Victor Hugo Pacheco Soch

El Racismo campea por Latinoamérica, con el látigo de la exclusión, la marginación y el odio sistemático, especialmente, por todos aquellos que defienden el estatus quo y que mantienen su poder económico y político, con ese tipo de discurso. Impresionante, como luego de más de 500 años, siguen repitiendo narrativas y políticas, que tanto daño hace al pueblo.

El racismo tiene sus bases históricas desde los españoles, que con su lógica de conquista y saqueo, llegaron a tierras Abya Yala. Al no comprender la forma de vida, la cosmovisión, la religiosidad de los pueblos originarios, satanizaron y desnaturalizaron a los legítimos habitantes de estas tierras.

Frente a esa realidad se abrió una discusión teológica y antropológica, en relación a los habitantes originarios. Se contrapusieron dos posturas, por una lado Antonio de Montesinos y fray Bartolomé de las Casas, que afirmaban que el trato a los indígenas tenía que ser benévolo, fruto de esa postura se dictaron las llamadas, “nuevas leyes”.

Sin embargo, como contraparte estaba la perspectiva de Juan Ginés de Sepúlveda, filósofo, teólogo, cronista del Rey y amigo del conquistador de México, Hernán Cortés, el cual sostenía la postura, que los indios (indio, término que es un error de españoles de la época), tenían que ser tratados como esclavos, una concepción aceptada y apoyado por los encomenderos, porque era la forma de legitimar el trato inhumano y violento que ejercían a los habitantes originarios.

Juan Ginés de Sepúlveda, enumera una serie de características que según él, indicaba “inferioridad humana” de los habitantes de Abya Ayala. Afirmaba que no poseían ninguna ciencia, no conocían la escritura, no erigían monumentos que den testimonio de su historia, no tenían leyes escritas, era idolatras, desconocían la propiedad privada, entre otras tantos aspectos, que para él, lo hacían menos que hombres, más bien “hombrecillos” (homúnculos), semi monos, por lo tanto, unas bestias, parecidas a un humano, pero no eran humanos.

El martes 11 de agosto de este año, en un discurso del presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, en Bolivia, Rómulo Calvo, calificó a los indígenas como “bestias humanas, indignas de ser llamados ciudadanos”. El mismo personaje continuó diciendo: “Este Comité no descansará hasta ver tras las rejas a estas bestias humanas indignas de ser llamados ciudadanos. Colonos que muerden la mano a la tierra que les abre los brazos para que salgan de la pobreza, y pagarán esta tamaña afrenta. No son dignos de ser humanos, no son dignos de ser personas”, vociferaba en su intervención, al abordar la crisis política y social que está viviendo Bolivia.

Cuando leí y escuché este discurso, me transporte al siglo XV y me pregunté ¿acaso no es la misma alocución de Juan Ginés de Sepúlveda?

El discurso del señor Rómulo Calvo fue en Bolivia, pero estoy seguro que se puede extrapolar para Guatemala, hay muchos ejemplos que lo confirman. El caso más reciente es la actitud del Presidente Giammattei, cuando en un supuesto diálogo con autoridades indígenas en San Juan Comalapa, con ese carácter prepotente, despotrica contra autoridad ancestral, Santos Julián Bal, solo porque él, plantea problemas que afrontan los pueblos indígenas en Guatemala, afirmando que le decía una sarta de inconsistencias.

Esto me confirma que por Latinoamérica, cabalga el racismo de forma sistemática, para seguir legitimando la exclusión, la desigualdad, la injusticia, el despojo y la pobreza económica de nuestros pueblos. Estos discursos de odio, continuaráan y siempre se encarnarán en personajes como Rómulo Calvo en Bolivia, Alejandro Giammattei en Guatemala, Donald Trump en EEUU, personajes que son los rostros visibles de las élites económicas, políticas y religiosas, que se benefician de estas narrativas.

Sin embargo, los pueblos del Abya Ayala, han resistido, seguirán resistiendo y un día, la luz llegará e iluminará, para superar el racismo y prevalecerá la cultura de la vida. Así como dice David Choquehuanca, líder indígena en Bolivia: “los pueblos indígenas hemos caminado por muchos siglos, estamos erguidos… sabemos que el retorno al camino de la verdad, del equilibrio es irreversible, sabemos que estamos en tiempo de sanar, de limpiar nuestra mente, nuestras almas, nuestra comunidad, nuestra madre tierra y volver a la vida sana, estamos en tiempos de armonizar nuestras ideas, con las leyes de la naturaleza. Las fuerzas oscuras, las tiranías, el miedo, está en decadencia, están en crisis… la guerra, el caos, el odio, el egoísmo, el racismo, la codicia, la tristeza serán sustituidos, por el amor, la paz, la hermandad, la felicidad y la armonía, junto al arcoíris tejeremos el horizonte del vivir bien y devolveremos la belleza a la madre tierra…”

“Jallalla los pueblos indígenas del mundo, jallalla la cultura de la vida”.

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