Dennis Orlando Escobar Galicia
Periodista

Hace 40 años se exhibió en Guatemala la película Desde el jardín, protagonizada por Peter Sellers y basada en el libro homónimo de Jersy Kosinski. Algunos la vimos en cine Reforma (ya desaparecido) en el Cine Foro Humanidades, de la Usac. En su columna Opinión de diario El Gráfico, Mario Alberto Carrera escribió que «es una de las películas que en Guatemala más ruido ha hecho en los últimos años». Agregó -con palabras mías- que no porque fuera lo óptimo sino porque su temática no era peligrosa de comentar. Recordemos que eran los años que gobernaban directamente los militares y casi todo era considerado subversivo.

En mi opinión la película atrajo público porque su actor principal era nada menos que quien hacía el papel del inspector Clouseau en las películas de La pantera rosa. La mayoría no nos lo imaginábamos en filmes que no fueran cómicos, no obstante que había actuado en Lolita de Stanley Kubrick. Esta película –basada en la obra homónima de Vladimir Nabokov- en su momento era un horror maldecido por la iglesia y demás congéneres.

Desde el jardín trata de un cincuentón que vive confinado en la mansión de un viejo que lo acogió desde su nacimiento; se encarga de cuidar el jardín y su único contacto con el mundo es con la cocinera y la TV. Al morir el anciano llegan los acaparadores de propiedad y al no tener ningún documento es desalojado, cargando tan sólo una maleta donde lleva los trajes que el extinto le obsequiaba cuando ya no eran de su talle. Deambula por primera vez por calles de la gran ciudad (en la zona de Manhattan, Nueva York), maleta en mano, con garbo y bien ataviado. En transitada avenida es atropellado por el vehículo de la millonaria Elizabeth Eve (EE) –la actriz es Shirley Maclaine- que lo lleva a su mansión para que lo restablezcan. Por su parquedad al hablar y su aparente refinamiento es bien recibido y se gana el aprecio del esposo de EE. A decir verdad Chauncey Gardiner (interpretado por el actor Peter Sellers) es un ignorante, ¡un imbécil! que solo ha recibido información de la TV. En casa de los millonarios conoce al presidente de USA que, al escucharlo opinar que las crisis económicas son como las estaciones del año de su jardín, lo convierte en su consejero económico. Si se parece a Trump es pura casualidad o «causalidad».

En lo personal me pareció y me sigue pareciendo que el contenido de la película es una crítica a los contenidos de la televisión, tan reprochada en esa época al punto que algunos comentaristas la llamaron «la caja idiota». No obstante que en ese tiempo hasta en USA la TV no era tan abundante en violencia, pornografía y demás contenidos truculentos. Aquí en Guatemala si mucho había cuatro canales, con programación establecida según horarios. La gente se espantaba cuando, en alguna ocasión, al finalizar la programación presentaban alguna película mexicana con Alfonso Zayas o Lina Santos.

«La televisión es constantemente atacada porque es considerada una especie de cátedra de la perversión y el crimen a través de los nutridos y prolijos programas de violencia que presenta. Sin embargo, Chance no se vuelve malo sino bueno e imbécil viendo televisión. Puede ser que Ashby utilice esto a modo de metáfora para hacer un anuncio de cómo serán las generaciones del futuro…», escribió en la columna ya mencionada Mario Alberto Carrera.

Pues, para mí, las generaciones del futuro, las de ahora, están atiborradas de televisión y sin casi ninguna restricción. Hasta creo que ven menos televisión porque ahora la moda son los teléfonos «inteligentes» y «las redes sociales» donde cualquier hijo de vecino transmite lo que lo se le viene en gana.

Ahora que he visto nuevamente Desde el jardín -40 años después y en DVD en la comodidad de la casa- se me ocurre hacer un parangón con la actualidad que tiene nuevos instrumentos mediáticos, época de confinamiento que induce a un ocio menos selectivo y –de repente- seres y generaciones más embrutecidas.

En este periodo pandémico he conocido jóvenes y adultos (incluso de la tercera edad) que no han soltado las manos de los teléfonos por estar conectados con las «redes suciales (sic)». Con la información recibida están completamente seguros que no existe el COVID-19 y que basta con hacerse gárgaras de agüita de sal para estar inmunes. Por eso ahí los ve ustedes organizando y participando en aquelarres sin importarles un bledo –con perdón al amaranthus- la vida de los demás. Y si se les mueren sus amigos y hasta sus padres y madres dicen que fue por una simple gripita. Es indudable que para estos especímenes la realidad es la que les transmiten artilugios de moda. Valga lo dicho a las actitudes de personajes como Bolsonaro y Trump.

Hasta no sería raro que, estos fans de las redes suciales, sean llamados por algunos instrumentos mediáticos para brindar declaraciones y ser declarados héroes. Ya los veo caminar con desparpajo, sonrisa de oreja a oreja, dispuestos a recibir el premio… Hay tantos que no sé cuál sea el menos indicado.

Bueno…dejando las digresiones al tema toral, remato pensando en un Desde el jardín tomando en cuenta todas las actuales circunstancias. Algo así como el Crimen y castigo del peruano Francisco Lombardi o La tregua del mexicano Alfonso Rosas Priego, solo para mencionar algunos remakes. Su nombre: Desde los teléfonos inteligentes.

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