Cesare Pavese nació en Santo Stefano Belbo (Piamonte), el 9 de septiembre de 1908; murió el 27 de agosto de 1950, en Turín, Italia. Daniel Del Percio escribe sobre este poeta: El mito pavesiano, esa especie de “historia personal” convertida en memoria indeleble, esa pervivencia de la infancia y de la naturaleza en todos los actos de los hombres, aparece con toda su potencia en su poesía.

Encuentro

Estas duras colinas que han hecho mi cuerpo
y lo mueven a tantos recuerdos, me han abierto al prodigio
de ella, que no sabe que la vivo y no logro entenderla.
La encontré, una noche: una mancha más clara
bajo las estrellas ambiguas, entre la niebla del verano.
Estaba alrededor la percepción de estas colinas
más profunda de la sombra, y de repente sonó
como salida de esas colinas, una voz más clara
y áspera a la vez, una voz de tiempos perdidos.
A veces la veo, y me vive delante
definida, inmutable, como un recuerdo.
Nunca he podido aferrarla: su realidad
cada vez se me escapa y me lleva lejos.
Si es hermosa, no lo sé. Entre las mujeres es tan joven:
me sorprende, al pensarla, un recuerdo remoto
de la infancia vivida entre estas colinas,
tan joven es. Es como la mañana. Me muestra en los ojos
todos los cielos lejanos de aquellas mañanas remotas.
Y tiene en los ojos un propósito firme: la luz más clara
que jamás haya tenido el alba sobre estas colinas.
La he creado desde el fondo de todas las cosas
que me son más queridas, y no logro entenderla.

Mañana

La ventana apenas abierta encuadra un rostro
sobre el campo del mar. Los cabellos vagos
acompañan el tierno ritmo del mar.
No hay recuerdos de este rostro.
Solo una sombra fugitiva, como de nube.
La sombra es húmeda y dulce como la arena
de una cavidad intacta, bajo el crepúsculo.
No hay recuerdos. Solo un susurro
que es la voz del mar convertida en recuerdo.
En el crepúsculo, el agua suave del alba
que se impregna de luz, alumbra el rostro.
Cada día es un milagro sin tiempo,
bajo el sol: una luz áspera la impregna
y un sabor a vívido marisco.
No existe recuerdo de este rostro.
No existe palabra que lo contenga
o lo relacione con las cosas pasadas. Ayer,
desde la angosta ventana desapareció como
desaparecerá en un instante, sin tristeza
ni palabras humanas, sobre el campo del mar.
Sueño
¿Aún ríe tu cuerpo con la intensa caricia
de la mano o del aire y en ocasiones reencuentra
en el aire otros cuerpos? Muchos de ellos retornan
con un temblor de la sangre, con una nada. También
el cuerpo
que se tendió a tu flanco te busca en esta nada.
Era un juego liviano pensar que un día
la caricia del alba emergería de nuevo
cual inesperado recuerdo en la nada. Tu cuerpo
despertaría una mañana, enamorado
de su propia tibieza, bajo el alba desierta.
Un intenso recuerdo te atravesaría
y una intensa sonrisa. ¿No regresa aquél alba?
Aquella fresca caricia se habría apretado a tu cuerpo
en el aire, en la íntima sangre,
y habrías sabido que el tibio instante
respondía en el alba a un temblor distinto,
un temblor de la nada. Lo habrías sabido
igual que, un día lejano, supiste que un cuerpo
se tendía a tu lado.
Dormías con ligereza
bajo un aire risueño de efímeros cuerpos,
enamorada de una nada. Y la intensa sonrisa
te atravesó abriéndote los ojos asombrados.
¿Nunca más regresó, de la nada, aquél alba?

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
-esta muerte que nos acompaña
de la mañana a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo-. Tus ojos
serán una vana palabra,
un grito acallado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola sobre ti misma te inclinas
en el espejo. Oh querida esperanza,
también ese día sabremos nosotros
que eres la vida y eres la nada.
Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como abandonar un vicio,
como contemplar en el espejo
el resurgir de un rostro muerto,
como escuchar unos labios cerrados.
Mudos, descenderemos en el remolino.

Last blues, to be read some day

Era un sólo galanteo,
seguramente lo sabías-
alguien fue herido
hace mucho tiempo.
Todo está igual,
el tiempo ha pasado-
un día llegaste,
un día morirás.
Alguien murió
hace mucho tiempo-
alguien que intentó,
pero no supo.

Selección de textos por Gustavo Sánchez Zepeda

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