¡Pasión, Plenitud y Fiesta de Amor!

Jorge Antonio Ortega Gaytán
Escritor y catedrático universitario

Rosario Castellanos, abre su corazón y desnuda su ser de verso en verso, va descubriendo la esencia de una mujer que disfruta de su libertad y de su posición en la sociedad mexicana de mitad del siglo pasado, inmersa en una época radical y conservadora de imposiciones de género, religiosas, políticas y de costumbres morales estrictas.

El poema escogido de su múltiple producción resume su vida, la forma de ver el universo del deseo y la satisfacción en su logro. Rosario permite como un mapa a escala, conocerla a través de su poética, el sentir el palpitar de su sangre que colisiona contra el impulso de amar, de ser amada y permitir ese deleite, aún doloroso de la incomprensión del otro ser o de su partida súbita.

“En el Filo del Gozo”, se maneja un eje temporal de tremenda sensibilidad y deseo de vivir en pareja, al criar una dicotomía de amor y muerte, de mujer feroz y mansa a la vez. No hay forma de copiar los sentimientos de Castellanos, ella los describe de tal forma, que permite de su presencia virtual a tangible por intermedio de opuestos que hacen contraste en lo visual, auditivo y táctil como en el siguiente verso: “Convulsa entre tus brazos como mar entre rocas, rompiéndome en el filo del gozo o mansamente lamiendo las arenas asoleadas”.

Otro ejemplo del manejo de los opuestos y debidamente tejidos es el siguiente verso: “Mi sangre se enardece igual que una jauría olfateando su presa y el estrago, pero bajo tu voz mi corazón se rinde en palomas devotas y sumisas”. Deja evidencia palpable y sencilla, que el sonido de aquella voz la hace vibrar, sólo eso necesita, un afrodisiaco y un relajante, lo deja como un registro sin combinación, sin clave. La evocación de la furia, velocidad y agresividad de una jauría en contraposición a la paz de una paloma devota y sumisa es la delicadeza de la trama que maneja en sus versos que desbordan obsesiones, delirios, goces, anhelos y deseos, pero siempre en opuestos oportunos y básicos.

La sencillez con el diseño de este poema resalta sin mayor esfuerzo su agudeza en la percepción de la complejidad de la vida inmersa en la búsqueda plena y frontal del amor, y dentro de él, el deseo del gozo y el placer consumado, no importando los parámetros o la problemática del género, ella se siente mujer y ejerce su derecho pleno a disfrutar de su sexualidad, lo cual lo articula sin mayor obstáculo o prejuicio en sus versos.

En su estilo delinea un perfil claro y definido del tipo de relación que tiene o desea; un amor constituido por la mezcla perfecta del deseo y el placer sin fronteras, sin reserva alguna, sin endosos y palabras que sobren o falten, un equilibrio total, de lo cual nace el título del poema escogido de su producción “En el Filo del Gozo”.

El balance es evidente desde el nombre del poema. La estructura de este facilita su comprensión de un deseo a un reproche con esperanza de un retorno de lo ilusorio a lo fatal, en el ir de imágenes que logran dar sonido al equilibrio necesario de opuestos para disfrutar del gozo, aún en el filo.

La connotación del filo hace referencia al dolor que produce una herida la cual pasa a un segundo plano y sirve de plataforma al gozo, es posible que tuviera de base la expresión popular de que: “Para que el placer sea intenso y permanente, requiere de un poco de dolor”; la justificación de lo anterior recae en muchas de las actitudes del comportamiento humano, lo fácil se desecha, lo que cuesta y por lo cual se sufre se cuida, se aprecia y se conserva por siempre.

El poema no deja de ser un monologo, Rosario devela sus sentimientos a ese ser amado, “Tu sabor se anticipa entre las uvas que lentamente ceden a la lengua…” , “Tu presencia es jubilo”, “Bajo tu voz mi corazón se rinde…”, “Bajo tu tacto tiemblo…”, es clara la relación de subordinación, ella no entra en conflicto en este dilema de hombre -mujer, siempre hay una diferencia hacia el ser amado y lo deja marcado a fuego en el poema.

Pero independiente de lo anterior, el vínculo es amplio y lo comparte con la emoción de la vida, de la cual hace referencia con lo opuesto, la muerte. Es por eso por lo que se entrega por completo a una relación y, a una imagen de evolución, es una amante paciente, de hecho, un modelo ideal, condescendiente e incondicional (es necesario resaltar que su desarrollo literario se da a mediados del siglo pasado) un escenario social poco amistoso para este tipo de expresiones femeninas, pero ella logra viabilidad a través de la versatilidad de este tipo de versos provocativos y glamurosos.

La lectura de este poema cautiva sin mayor protocolo; llega de frente y con sutileza atrapa por su ritmo in crecendo al ávido como neófito lector, no demarca territorio, ni asume posición revanchista, es agradable al alma y permite observar con detalle todo aquello que se necesita saber y entender para aproximarse a comprender el espíritu femenino. Mujeres que aman y que sobre todo desean ser amadas en el filo del gozo como fue la existencia de la poetisa mexicana Rosario Castellanos que se entregó a disfrutar lo ardiente del amor, al natural como debe ser, sin prejuicios y sin temores a los tormentos eternos del infierno.

La exploración de la obra de Rosario, en especial el poema en análisis permite sumergirse a ese domo singular del deseo, placer, plenitud y fiesta que se encuentra casi siempre aprisionado en el corazón femenino pero, para entender a plenitud el estilo de la escritora mexicana se hace necesario conocer su vida y obra literaria que se constituyó en el medio para su desarrollo como poetisa y el ambiente que dio forma a su identidad y singular forma de percibir la vida a través de los opuestos, en búsqueda permanente del contraste y el equilibrio.

La intensidad de sus versos es dictada por esa fuerza indomable del amor, la inercia del deseo hacia el placer de ser amado más que amar. Besos que transitan la piel hasta llegar a las entrañas y caricias que hacen vibrar el espíritu sin prejuicios y que permite llegar al éxtasis del ser en cuerpo, alma y mente.

El entretejer la pasión y el deseo con elementos tácitos de la naturaleza con sutileza es el plus de Castellanos en este poema que desborda la ansiedad de un corazón palpitante frente al dolor de amar, en el ir y venir de esta vida como las olas del mar indomable e inmenso que invade en las venas de Rosario que hace vibrar su piel con la voz del amado y a su tacto la convierte en sumisa.

¿Cuánto puede amar una mujer? Desde la óptica de la poetisa mexicana no hay límite y lo deja plasmado en sus versos para la eternidad para conocimiento y uso de sus lectores. Versos que tiene su propio ritmo, sonoridad que los hace tangibles y visualizar sus imágenes para fijarse en la mente.

Para concluir el tema de la mujer, de su situación en el mundo, fue una de las preocupaciones constantes de Castellanos, así como su capacidad de soportar las alternativas y variantes del amor y del deseo de ser amadas con el ímpetu que se necesita para llegar al éxtasis.

En el Filo del Gozo
I
Entre la muerte y yo he erigido tu cuerpo:
Que estrelle en ti sus olas funestas sin tocarme
Y resbale en espuma deshecha y humillada.Cuerpo de amor, plenitud, fiesta,
Palabras que los vientos dispersan como pétalos,
Campanas delirantes al crepúsculo.

Todo lo que la tierra echa a volar en pájaros,
Todo lo que los lagos atesoran de cielo
Más el bosque y la piedra y las colmenas.

(cuajada de cosechas bailo sobre las eras
Mientras el tiempo llora por sus guadañas rotas)

Venturosa ciudad amurallada,
Ceñida de milagros, descanso en el recinto
De este cuerpo que empieza donde termina el mío.

II
Convulsa entre tus brazos como mar rocas,
Rompiéndome en el filo del gozo o mansamente
Lamiendo las arenas asoleadas.

Bajo tu tacto tiemblo
Como un arco en tensión palpitante de flechas
Y de agudos silbidos inminentes.

Mi sangre se enardece igual que una jauría
Olfateando la presa y el estrago
Pero bajo tu voz mi corazón se rinde
En palomas devotas y sumisas.

III
Tu sabor se anticipa entre las uvas
Que lentamente ceden a la lengua
Comunicando azúcares íntimos y selectos.

Tu presencia es el júbilo.
Cuando partes, arrasas jardines y transformas
La feliz somnolencia de la tórtola
En una fiera expectación de galgos.

Y, amor, cuando regresas
El ánimo turbado te presiente
Como los siervos jóvenes la vecindad del agua.

 

PRESENTACIÓN

Uno de los intereses fundamentales de nuestro Suplemento Cultural consiste en la búsqueda de la realidad a través del arte.  No es casual, por ello, que tengan cabida semanalmente escritores, músicos, pintores, fotógrafos y escultores, entre tantos otros artistas plásticos.  Con la poesía tenemos un idilio particular.

Sí, la poesía es ese género literario que nos aproxima a lo íntimo por medio de la palabra.  Son intuiciones que lejos de asir la realidad, la alumbran para permitir una experiencia particular: a veces mística, otras, profana -violenta y desgarradora-.  Su privilegio, en consecuencia, barruntar el universo para transparentarlo.

Esa filia tan nuestra es la que nos ha conducido a ofrecerle hoy la figura de tres poetas: Rosario Castellanos, Rubén Darío y Gustavo Bracamonte.  Sus autores, Jorge Ortega Gaytán, Méndez Vides y Elpidio Guillén, amén de valorar la producción literaria de los vates, dan puerta de acceso a sus propuestas.  Leerlos, por tanto, debe ser nuestra tarea con vistas a redescubrirlos por nosotros mismos.

Por su parte, Miguel Flores escribe sobre la versatilidad del arte y sus formas creativas en tiempos pandémicos.  Celebra la imaginación de algunos artistas e instituciones que, en medio de la parálisis por el Covid-19, ofrecen alternativas para la producción estética.  Lo suyo es un reconocimiento a quienes se distancian del miedo para la búsqueda diversa de posibilidades basadas en la vida.

Como es habitual, le auguramos una feliz semana, con los límites que las circunstancias nos imponen.  Y, mientras los mejores días lleguen, no olvide que tiene una cita puntual con nosotros en la próxima edición.  ¡Cuídese mucho!

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