Una de las áreas del Museo del Telégrafo en Guatemala.

Dennis Orlando Escobar Galicia
Periodista

Desde el 13 de enero de 2006 (hace catorce años) se abrió en Guatemala un museo dedicado a la historia del tan importante medio de comunicación que contribuyó durante ciento veinticinco años al desarrollo socioeconómico y cultural de dicha nación centroamericana.

Dicho exhibidor de la historia del invento del estadounidense Samuel Morse y su aplicación en Guatemala, funciona conjuntamente con el de correos y la filatelia. Se encuentra en el Edificio de Correos y Telégrafos de Guatemala (8ª. avenida 11-52, zona 1 de Ciudad de Guatemala), uno de los más emblemáticos y majestuosos inmuebles arquitectónicos del Centro Histórico de Ciudad de Guatemala, cuya construcción se inició el 14 de noviembre de 1938 y se inauguró en 1940, durante el gobierno dictatorial del general Jorge Ubico.

Y es que siendo el telégrafo un importante elemento de desarrollo en la historia de Guatemala, es sumamente importante tener un museo para su conocimiento y estudio. “El telégrafo coadyuvó al desarrollo de la agricultura, el comercio, y a las comunicaciones oficiales y particulares”, anota Octavio Gasparcito Asaba en su tesis de licenciatura en Historia: Historia del telégrafo en Guatemala y la participación de los telegrafistas, 1873-1945.

A decir verdad, el museo guatemalteco es bastante atractivo para quienes desean conocer tangiblemente los diferentes instrumentos que se utilizaban en la época del telégrafo para transmitir los telegramas, además cuenta con personal atento y bien informado acerca de su historia. Su ingreso es gratuito para nacionales y extranjeros; y está abierto de lunes a viernes de 9 a 16 horas.

El telégrafo en Guatemala quedó establecido a nivel estatal el 15 de marzo de 1873, durante el gobierno de Miguel García Granados; siendo fortalecido en el mandato de Justo Rufino Barrios, ambos líderes de la llamada Reforma Liberal que retomando la visión de la Revolución Industrial impulsaron el desarrollo de las comunicaciones y la infraestructura. Además, dieron significativa importancia al cultivo del café como principal producto de exportación y sostenedor de la economía de esa época.

Antiguos telegrafistas y radiotelegrafistas que asistieron a la inauguración de la Calle del Telegrafista y Radiotelegrafista.

Es de mencionar que el telégrafo en Guatemala se aplicó treinta y siete años después que Samuel Finley Breese Morse puso en práctica en 1836 su invento, y que sirvió de base para las telecomunicaciones modernas. Su creador, además, inventó un alfabeto, en el cual cada letra está representada por una combinación de puntos y rayas.

Muchos guatemaltecos aún recuerdan cuando asistían a las oficinas de telégrafos, a cualquier hora del día, para enviar un telegrama con mensajes variados: de felicitación, de recordatorio e incluso para informar con carácter urgente de la suspensión de una reunión o del fallecimiento de un familiar o ser querido.

El precio de los telegramas se cobraba por palabras, por esa razón quienes los enviaban eran bastante breves y concretos. En tal sentido los diligentes telegrafistas asesoraban a quienes tenían dificultades económicas o no sabían “expresarse telegráficamente”.

Algunos ejemplos de mensajes en telegramas: “Convocamos asamblea asociación estudiantil 12-4-60, 15 horas, sede asociación, enviar delegado titular o suplente con acreditación”. “Llegaré viernes cinco mayo a casa. Besos”. “Lamento informarte fallecimiento nuestro padre. Sepultaremos mañana. Resignación”.

Francisco Javier de León, miembro activo de la Asociación de Antiguos Telegrafistas y Radiotelegrafistas de Guatemala -AATRG- (fundada en 1949), con mucho orgullo dice que desde los 16 años empezó a ser telegrafista en Salcajá, Quetzaltenango. Agrega que años después se convirtió en radiotelegrafista de barcos de diferentes banderas, profesión que le permitió dar rienda suelta a su principal interés de niño: la historia y la geografía.

“Gracias a ser radiotelegrafista conocí buena parte del mundo: diversos países y variopintas culturas. De esa cuenta en la actualidad, ya jubilado, puedo sostener amenas conversaciones con letrados de diversas culturas e incluso de idiomas porque aprendí muchas palabras extranjeras”, expresa con amplia sonrisa el radiotelegrafista marinero, ya septuagenario.

Don Javier recuerda con mucha nostalgia cuando en marzo de 1998, en el Gobierno de Álvaro Arzú, dejó de funcionar por última vez la telegrafía guatemalteca, pero a pesar del tiempo continúa reuniéndose con sus colegas de profesión y cada 27 de abril participa en los festejos del Día del Telegrafista; fecha instaurada en Guatemala desde 1948 en homenaje al día del nacimiento de Samuel Morse (27 de abril de 1791).

La AATRG mantiene una constante presencia para que las nuevas generaciones conozcan que la labor de los telegrafistas contribuyó al desarrollo de las comunicaciones y por añadidura al progreso de la población. De esa cuenta pervive la asociación, se creó el museo y recientemente, el 30 de noviembre de 2018, se inauguró la Calle del Telegrafista y Radiotelegrafista, ubicada en la 12 calle entre 7ma. avenida y 8va. avenida de la zona 1, de Ciudad de Guatemala.

Francisco Javier de León -segundo de izquierda a derecha- en otra de las áreas del museo acompañado de demás miembros de la AATRG.
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