Mario Rivero Nájera
Periodista

«Aunque se sufra como un perro, no hay mejor oficio que el periodismo». Gabriel García Márquez.

La célebre frase del escritor y periodista colombiano no podía ser más irónica para resumir lo que el ejercicio periodístico significa para aquellos que lo ven como apostolado y con vehemencia, ímpetu y pasión, se entregan a los brazos de esta sugestiva labor.

A la frase de Gabo vale la pena sumar otra del gran reportero de la historia contemporánea, Ryszard Kapuscinski que sentenció: “Una mala persona nunca puede ser buen periodista”.

Y si la mayoría de los periodistas son personas buenas, solidarias, que trabajan en defensa de la libertad de expresión y los derechos colectivos, ¿quién defiende y protege a los periodistas? Veamos:

En América Latina el periodismo es uno de los oficios más apasionantes, pero al mismo tiempo de los más riesgosos y menos protegidos en lo que a seguridad social se refiere. Se necesita llevar el periodismo tatuado en el alma para insistir en el ejercicio de esta profesión, la que la mayoría de las veces es incomprendida y llena de sinsabores. Y aunque en distintos países muchos periodistas buscan ampararse en asociaciones, colegios o instituciones, que les cubran los riesgos derivados de contingencias sociales, otros, por el contrario, se rehúsan a las filiaciones gremiales, ya sea por individualismo, porque se consideran “estrellas” bien pagadas o porque “el oficio” les ha permitido hacer buenos negocios a su alrededor.

En la actualidad son pocos los países donde los periodistas cuentan con garantías de seguridad social para protección de su salud, vejez y sobrevivencia. Se habla de instituciones de previsión social en Colombia, República Dominicana, Honduras, Venezuela, Chile, Costa Rica y Guatemala, entre otros países, que con distintos mecanismos garantizan asistencia y un retiro digno para la gente de prensa que dedicó la mayor parte de su vida al ejercicio de informar, orientar y entretener a la población.

En ese contexto, algunas de esas instituciones son subsidiadas por sus respectivos Estados y otras cuentan con mecanismos de recaudación propia que les permite agenciarse de fondos para autosostenerse, aparte de las cuotas que pagan los agremiados.

Sin embargo, son muchos los países donde los hombres y mujeres que se dedican a este trabajo solo cuentan con el auxilio del Seguro Social. “Eso ocurre si trabajan en empresas de medios grandes o si laboran para medios gubernamentales, donde, después de acumular años de trabajo, se ganan una pensión para jubilarse”, dijo el periodista nicaragüense Gustavo Álvarez.

“El resto que labora para pequeñas y medianas empresas mediáticas debe arreglárselas como pueda ante los bajos salarios y la reducción de ingresos por gastos de enfermedad, maternidad, accidentes, desempleo, invalidez, vejez y muerte”, se lamentó Álvarez.

Desde tiempo atrás se sabe que los salarios de los periodistas (con contadas y sospechosas excepciones) no han estado entre los mejores, pero en las últimas décadas las cosas para este gremio se han vuelto más dramáticas a raíz de las políticas neoliberales, la flexibilización de las condiciones de trabajo, los vaivenes empresariales, lo imprevisible del mercado laboral, los vendavales políticos que dejan grietas económicas, el mercado publicitario en descenso y en general la crisis mundial de los medios de comunicación. Aparte, cabe también agregar, la usurpación de colaboradores accidentales (incluyendo la vía electrónica) y de personas extrañas a la profesión.

Los convenios empresariales de relación contractual ya no son compromisos que respondan a los convenios de la legislación nacional e internacional. Ahora lo usual es trabajar sin formar parte de una nómina o plantilla y ser subcontratado por segundas o terceras empresas que hacen efectivo el pago de honorarios contra entrega de facturas, lo cual las exonera del pago de prestaciones y acumulación de pasivo laboral.

“En el caso de México, eran los grandes sindicatos los que cobijaban a los trabajadores para gozar de prestaciones e incentivos, pero en los últimos veinte años las empresas han reducido su personal de planta y la mayoría de periodistas trabajan como freelancers, “frilans”, y su trabajo se realiza de forma independiente, explicó el corresponsal de la agencia Notimex, Pablo Palomo.

“Los freelancers, en la mayoría de casos, ofrecen sus servicios a ‘destajo’ (o sea que cobran en concepto del trabajo realizado y no del tiempo empleado); o por medio de contratos que no pasan de un año o que son renovados cada tres meses”, agregó.

Por su lado, Arturo Rodríguez, periodista de la revista Proceso, señaló que “El ingreso promedio de los periodistas en México es uno de los más bajos de las profesiones, y tanto en los estados de la república como en la ciudad de México se evita pagar seguridad social, es decir, no tienen servicio médico, sistema de pensiones, fondo de vivienda… ¡nada!”.

En muchos países la carga de trabajo para los periodistas se desarrolla bajo condiciones salariales insatisfactorias y de alto riesgo en el desempeño de su rutina.

Un estudio realizado por el Centro para la Información Ciudadana y la Fundación Konrad Adenauer presentaron una radiografía de lo que sucede con el periodismo y los periodistas en América Latina. Entre otros indicadores, este documento da a conocer las condiciones laborales de la gente de prensa en siete países: Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, El Salvador, Colombia y México. El contenido está basado en una encuesta realizada a 2 mil 789 periodistas en activo que laboran para 438 medios de comunicación en estos países, en los cuatro soportes informativos: escritos, radio, televisión y ciber medios.

Destaca entre otros aspectos “el escaso índice de pertenencia y participación de los periodistas en gremios, asociaciones y otras organizaciones, lo cual demuestra que los periodistas no optan por acciones colectivas tradicionales como los sindicatos y otro tipo de asociación, para demandar y garantizar adecuadas condiciones de trabajo”. La anterior afirmación explica la desprotección en seguridad social de este gremio.

Según el informe de marras, el periodismo en América Latina se define como una profesión ejercida por profesionales jóvenes. La mayor parte de los periodistas entrevistados trabaja en medios de comunicación tradicionales (88%), más de un tercio lo hacen en medios impresos: 30% en diarios, 4.7% en semanarios y el 4.4% en revistas; el 27% en radio y el 21.2% en televisión. El 13.4% del total de la muestra en medios online. Solo el 3.8% llevan a cabo su actividad profesional en agencias de noticias.

Más de tres cuartas partes (85%) de los periodistas trabajan en medios privados mientras que solo el 13% lo hacen en medios públicos o gubernamentales.

Asimismo, casi tres cuartas partes de los periodistas encuestados tienen un puesto de trabajo a tiempo completo (73.7%), mientras que una quinta parte (19.2%) están empleados a medio tiempo y el 6.7% trabaja bajo sistema freelance. Entre los empleados a tiempo parcial o completo, el 68% cuenta con un contrato permanente y el 32% con un contrato temporal.

Otro de los aspectos que vale remarcar del estudio es lo relacionado a la identidad del periodista latinoamericano y su falta de inscripción gremial, ya que menos de uno de cada tres (29.1%) es miembro de una asociación profesional relacionada con el periodismo, lo cual explica no solo los altos niveles de individualismo y competencia entre los periodistas, sino que también habla de la debilidad de los marcos de contención laboral y profesional que suelen brindar las agrupaciones y asociaciones (Carlson y Lewis, 2015).

Esta circunstancia “no solo limita la capacidad colectiva de acción, sino que, y sobre todo, deja un alto grado de desprotección frente a las agresiones internas y externas a la profesión”.

En el caso de Argentina, el estudio destaca que la baja tendencia a asociarse (de los periodistas) hizo inviable obtener información representativa de sindicatos o asociaciones, porque ninguna ofrece datos públicos del sector, lo que habla de “la débil presencia del periodismo como fuerza laboral” (Amado y Waisboar, 2015).

A ese respecto, el periodista argentino Jorge Basilago afirmó: “Sin ánimo de contradecir el informe de la Fundación Adenauer, en Argentina es un secreto a voces que al interior de los grandes medios la conformación de comisiones gremiales está virtualmente prohibida: en público no lo dirán jamás en estos términos, pero en la práctica funciona de ese modo”.

“Entonces, hay parte de responsabilidad en los trabajadores de prensa que no buscan asociarse en sindicatos u otros organismos, pero está claro que tampoco tienen completa libertad de elección”, agregó.

Basilago alertó además sobre casos en que los periodistas de planta de algunos medios deben emitir facturas, como si fuesen freelancers, hecho que vuelve muy precaria su aparente situación de “estabilidad laboral”. E incluso observa que esta práctica registra irregularidades más profundas: “Recuerdo el caso de un diario, en que cada periodista que facturaba se veía obligado a hacerlo por el monto del ingreso combinado suyo y de varios de sus compañeros, que luego le reconocían parte del porcentaje de impuestos”, cuestionó.

Residente en Quito, Ecuador, hace una década, el periodista argentino admite que no consideró correcto asociarse a la Unión Nacional de Periodistas (UNP) de ese país. Pero, señala, no por “individualismo exacerbado” o porque su situación económica lo haga sentirse “al margen” de los riesgos del oficio: “Poco después de llegar a Ecuador, con la excusa de la preservación de las fuentes de trabajo, vi a los directivos de la UNP convocar a una marcha en defensa de los dueños de medios de comunicación. Dado que yo nunca vi a los empresarios de medios marchar por los derechos de los trabajadores, ¿cómo puede representarme una organización que no tiene claro a quién debe proteger?”, se pregunta Basilago.

Dependiendo del país, el gremio periodístico vive diferencias muy particulares en cuanto a seguridad social. Por ejemplo, el año anterior, en la República Dominicana, setenta periodistas, con severos quebrantos de salud, se encontraban a la espera de ser favorecidos con una pensión solidaria por parte del Gobierno del presidente Danilo Medina, pero al final sólo treinta y seis de ellos fueron pensionados y cuatro más recibieron un reajuste.

Olivo De León, presidente del Colegio Dominicano de Periodistas, CDP, señaló que los afectados padecían enfermedades que iban desde cáncer, diabetes, hipertensión, efectos de accidentes cardiovasculares, osteoartrosis, cirrosis hepática, hepatitis B y C, hernias discales e inguinales, daños en la columna, caderas y rodillas, ceguera, hemorroides, gastritis crónica, insuficiencia cardíaca y renal, entre otras. El CDP fue fundado el 30 de junio de 1983 con el objetivo de asegurar que los periodistas cuenten con los mecanismos de asistencia social que garanticen, a ellos y a su familia, el disfrute de una vida digna.

Mientras tanto en Venezuela, a pesar de la inestabilidad política y económica que vive ese país, el año anterior, con motivo del Día del Periodista, el presidente Nicolás Maduro, aprobó un total de 3 mil millones de bolívares para la entrega de 500 pensiones para los profesionales de la comunicación. Uno de los favorecidos fue el periodista Evalú Rodríguez Arvelo, de 90 años.

Sin embargo, y pese a la existencia de una ley que obliga a los periodistas venezolanos a la colegiación para laborar, solo el 41.4% están agremiados en el Colegio Nacional de Periodistas, 1.1% en el Sindicado Nacional de Trabajadores de la Prensa y en ambas el 9.9%. El Instituto venezolano de Previsión Social del Periodista “José Chepino Gerbasi” (IPSP), tiene 51 años de existencia, fue fundado el 5 de agosto de 1966.

Por su lado, Yamileth Alfaro Mora, secretaria general del Sindicato Nacional de Periodistas de Costa Rica -SNP-, dijo que en los últimos años se ha incrementado el desempleo para periodistas en ese país, lo cual afecta tanto a jóvenes como a adultos que se han quedado desempleados por recortes en las empresas de medios privados. Explicó que a pesar de que en Costa Rica el salario de los periodistas no es bajo, vivir en ese país tiene un costo muy alto. “Un periodista por trabajar a tiempo completo, cuarenta horas semanales, recibe un salario ¢775.161.64 ($1.360.00)”, agregó Alfaro Mora.

El Sindicato Nacional de Periodistas de Costa Rica fue fundado hace 46 años y entre sus principales logros resalta la lucha para exigir que la Asamblea Legislativa aprobara la Ley del Timbre que favorece al Colegio de Periodistas (COLPER), creado el 8 de agosto de 1972.

Como puede verse en este breve recuento de la situación que viven los periodistas, podemos confirmar que en la mayoría de países latinoamericanos el incremento de la precariedad laboral, es decir, la carencia o falta de estabilidad y seguridad social es una realidad palpable y que la poca o nula importancia que se da a la seguridad social se ve reducida por una serie de circunstancias originadas por el entorno social que los periodistas viven en cada país.

En ese contexto, los periodistas guatemaltecos debemos concentrar nuestros esfuerzos en reflexionar sobre la necesidad de fortalecer la institucionalidad del Instituto de Previsión Social del Periodista -IPSP-, privilegiar la correcta administración de los recursos y evitar a toda costa los excesos, especialmente en momentos en que son muchos los desafíos que se enfrentan derivados de un mundo globalizado, en el cual la tecnología se desarrolla con mayor rapidez y el mercado publicitario ¡el mercado publicitario! ha tomado nuevas formas de adaptación en el ecosistema digital mediático del siglo XXI. Un abrazo grande en el Día del Periodista.

Presentación

Esta edición quiere ser un tributo especial para los periodistas que, comprometidos en su trabajo sacrificado y honesto, a diario cumplen su misión en las redacciones, en la calle, oficinas gubernamentales o donde la necesidad lo requiera para la entrega de noticias.  Es una labor, como lo dice el periodista Mario Rivero, no suficientemente reconocida y que merece un cambio de condiciones.

En nuestro artículo principal, titulado, “Los periodistas y lo imprevisible del mercado laboral”, Rivero presenta una radiografía de la gestión de los trabajadores de la información, atisba el futuro al referirse a los nuevos desafíos que se le abren y menciona la vulnerabilidad del oficio, al estar en muchas circunstancias a merced del mercado.

En este sentido, el periodista afirma que “en América Latina el periodismo es uno de los oficios más apasionantes, pero al mismo tiempo de los más riesgosos y menos protegidos en lo que a seguridad social se refiere. Se necesita llevar el periodismo tatuado en el alma para insistir en el ejercicio de esta profesión, la que la mayoría de las veces es incomprendida y llena de sinsabores”.

Junto con el artículo de Rivero, presentamos a usted la continuación de la biografía de Marco Augusto Quiroa, escrito por Juan Antonio Canel Cabrera.  En esta ocasión, se nos ofrece la perspectiva de un Quiroa conversador.  Ello queda reflejado en anécdotas que testifican la inclinación del pintor por largas y fecundas conversaciones con las personas frecuentadas.  Se trataría, al parecer, de la continuidad del creador, que transita entre la escritura y la palabra hablada.

Por último, pero no menos importantes, aparecen las contribuciones de Miguel Flores, Víctor Muñoz y Rómulo Mar.  Cada uno de ellos proyecta su visión de mundo y dibuja la realidad a su manera, a veces criticándola o negándola.  Esperamos que los textos sean de su agrado, mientras abrigamos la esperanza de saludarnos en la próxima edición.  Hasta pronto.

Artículo anteriorQuiroa conversador
Artículo siguienteProliferan anuncios sexuales en internet, advierten expertos