Por Redacción Cultura
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En la primera exposición individual de Maribel Saravia se observa la espontaneidad de su obra y la decidida actitud de pintar sin ataduras académicas. Dos años después, en El Espíritu de las Piedras, encontramos una propuesta nueva, dentro de su propio estilo y autenticidad, manifestada con gran ímpetu expresivo.

Al recorrer la exhibición, nuestra mirada penetra en sus cuadros, llenos de movimiento, atrapándonos y llevándonos literalmente a formar parte de la densidad y el ritmo de las formas. Las composiciones han sido logradas con movimientos firmes y seguros, que prácticamente surgen de la habilidad física de la artista al maniobrar la resina líquida sobre el soporte.

En su obra, Maribel nos anima a intuir el tiempo a partir de la creación de formas que nos cautivan, produciendo en nosotros cierto temor a lo desconocido, porque traen a nuestra mente la visión fantástica de grutas, remolinos, las entrañas de la tierra o la profundidad del cielo. Es el Arte, transmitiéndonos sensaciones que la rutina de la vida cotidiana no nos permite percibir.

La piedra es ahora el personaje central y misterioso de los mensajes encriptados de la artista, que esperan ser interpretados por el público. Una vez más, la obra de Maribel será una salida para la rutina del espectador; quizá, entre otras percepciones, el arte provocará en nosotros el recuerdo de aquellas piedras sagradas que guardamos en nuestro imaginario heredado. La artista seguramente seguirá su camino, en la búsqueda de nuevas experiencias para liberar su necesidad de expresión.

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