Miguel Flores

Roberto Cabrera además del artista que fue, compartió su tiempo con los libros, así como el estudio detenido, comparativo de los valores plásticos de su momento histórico y de los de la cultura visual guatemalteca. Él forma parte de esa línea de creadores que antes de las TIC vivía lo que hoy se conoce como lo glocal, lo global y lo local. Siempre informado de lo que pasaba en ciudades como Nueva York, o Berlín a través de las escasas revistas que pedía por correo, además su perpetua investigación de las diversas culturas de Guatemala.

Su labor docente en Guatemala en la Universidad de San Carlos, pero también en Costa Rica, en la Universidad Nacional, le permitió hacer consciencia en numerosos alumnos, hoy profesionales, de los valores culturales de Guatemala a finales del siglo XX. En Costa Rica, le permitió poner su mirada en un nuevo campo de artistas, a los cuales colaboró y de una forma u otra consagró con sus escritos. Esta labor de enseñar continuó a su regreso a Guatemala y en los últimos tiempos la cercanía con jóvenes artistas a los que orientó en esta intrincada lucha que es vivir entre creadores, galerías y escasas instituciones dedicadas al estudio del arte.

Como creador introdujo en la década de los setenta, variaciones técnicas en la pintura y generó las primeras instalaciones, arte objeto y performances. Cabrera es un artista que vivió en carne propia el cambio y lucha de paradigmas de la tradición del arte moderno y el arte actual. Basta ver su obra y la producción final. Se puede decir que su trabajo artístico se adelantó a su tiempo, especialmente en su discurso, diametralmente opuesto a los gustos del mercado de la época y donde el guatemalteco marginado tomó protagonismo.

Una biblioteca personal brinda información personal de su propietario. En cierta forma es tener acceso a preocupaciones, intereses y a la construcción cognoscitiva de su propietario. Gracias a la generosidad de la familia Cabrera se tiene la oportunidad de apreciar esos apartados de la mente de Roberto Cabrera, ya que su biblioteca fue cedida a la Universidad Rafael Landívar (URL). De todos estos volúmenes, junto a su laboriosidad en investigación generó importantes textos, en forma especial el ensayo escrito para el libro pintura naïve, patrocinado por la UNESCO, donde hace un recorrido histórico por ese arte a veces invisible de ciudades lejanas a la capital.

Esta colección es fruto de una continua búsqueda, junto a ejemplos del arte popular guatemalteco –todo integrado– como una metáfora de su mente. La biblioteca de la URL es la que tiene la responsabilidad, su resguardo, también lo es su estudio, para guiar en la búsqueda de las diferentes circunstancias que hacen al arte guatemalteco como es hoy en día.

Del arte de Guatemala hace falta muchísimo por investigar bajo los parámetros académicos y situar a creadores como Roberto Cabrera en el sitial que le corresponde en la Historia del Arte de Guatemala, estoy seguro de que estos libros que tanto quería este gran artista sabrán orientar al investigador.

La colección Roberto Cabrera está situada en el segundo piso de la biblioteca de la Universidad Rafael Landívar, es de libre acceso, al recorrer la mirada sobre la colección es posible visualizar la riqueza de temáticas que interesaban a este artista y se intuye una búsqueda de los valores visuales de las culturas originarias. Quienes investiguen sobre el arte en Guatemala tendrán en esta colección una fuente especializada de consulta. Horario de atención: de lunes a viernes de 6:00 a 22:00 horas. Sábados de 7:00 a 17:00 horas. Biblioteca Universidad Rafael Landívar, Campus Central, Vista Hermosa III, zona 16. Edificio G.

Artículo anteriorMeritocracia
Artículo siguienteUna salida impensable