Juan Carlos Hernández D.
Académico universitario

“Hombre (mujer) ‘Light’ es el hombre (mujer) vacío(a) por dentro, sin criterios, sin objetivos, sin metas, sin capacidad de entrega a algo que para él (ella), sea un valor; algo por lo cual sea capaz de vivir y hasta morir; algo por lo cual sea capaz de sacrificarse”. (Enrique Rojas).

¿Qué es un hombre y una mujer “light” de nuestro tiempo? Son las personas que llevan una vida aburguesada, pensando que su mundo es el único y no existen otras realidades en su entorno. Es mejor así, para no sentirse comprometido a ver más allá de su escueta realidad.
Ser un burgués, no necesariamente significa tener todas las condiciones materiales para vivir bien, sino que, aun no teniéndolas, se puede tener un pensamiento, una ideología y una actitud burguesa basado en el individualismo, el egoísmo, el hedonismo, el acomodamiento, la superioridad, el racismo, el machismo, la competencia y el afán desenfrenado de acumulación de riqueza, que es su soporte material para alcanzar y luchar por mantener su “estatus social”.
El hombre y la mujer “light” de nuestro tiempo, por su propia naturaleza socioeconómica, biológica y cultural, carece de valores excelsos como la solidaridad, la justicia social y el amor hacia los demás. Prefiere vivir indiferente ante la realidad circundante, porque así no tiene por qué preocuparse por los demás. No escucha ni ve noticias de la radio, televisión y prensa. Cuando lee el periódico sólo va a las páginas sociales, deportivas y espectáculos.
No es propio de su naturaleza estar enterado de lo que está ocurriendo en el Medio Oriente, las hambrunas en el Cuerno de África, la crisis económica europea y estadounidense y, por consiguiente, desconoce los movimientos de jóvenes indignados que están surgiendo como hongos en todas partes del mundo.
Por excelencia, el hombre y la mujer “light”, son hedonistas, sólo viven preocupándose por sentir placer material. Se preocupan por su estado afectivo personal, pero le es indiferente lo que los demás sienten, porque eso le complicaría la vida fácil y cómoda en su diván. Odian las restricciones, las reglas, las prohibiciones que los comprometen, porque atentan contra su libertinaje, cuyo placer cuantitativo es ilimitado.
Sin saberlo cae en el subjetivismo y el individualismo, es decir, que cada uno haga lo que mejor le plazca y resuelva sus propias necesidades y carencias. Aparenta ser feliz, no obstante, adolece de angustias, temores, miedos y es prisionero de sus propias pasiones que lo atan, lo esclavizan y lo llevan hacia un callejón sin salida. Posee una ideología materialista – economicista base de su moral que forja al “homo et mulier economicus”, o sea el hombre económico racional. Para él o ella, no tiene sentido el lenguaje de las mayorías que hablan de emancipación, transformación social, luchar por otro mundo mejor, una nueva sociedad…
Según él o ella, el progreso material, por sí mismo, es lo que los llevará a su anhelada felicidad. El hombre y la mujer “light”, no son propios de los países industrializados del norte y del occidente, sino también los hay en el sur y en el oriente del mundo. No es cuestión de geografía, sino de cultura e ideología, es una ética, es un modo de vida que envuelve a los seres humanos de cualquier parte del mundo.
No obstante, tiene su epicentro geográfico, en occidente, de ahí que se hable del hombre y la mujer occidental, cultura occidental, “the american way of life” (el modo de vida americano). Son Europa y EE. UU., quienes han universalizado el modo de vida “light”, a través de las estrategias creadas por las empresas mediáticas y la industria de la diversión, para fomentar el culto al consumismo.
La imagen y modelo de sociedad consumista está integrada por “homines et mulieres consummatoris”, que siempre están buscando la felicidad a través del bienestar material y la opulencia entre otras cosas. Los hombres y mujeres “light”, devenidos de la sociedad de consumo, terminan siendo esclavos del sistema capitalista, pierden fuerza de voluntad e independencia personal.
Los hombres y mujeres “light”, no nacen, se hacen, se van forjando en el seno de la sociedad consumista, la cual los va determinando. Poco a poco los va conduciendo hacia el individualismo, el cual se manifiesta en el culto al éxito individual, la competencia asimétrica, misma que se mide por la acumulación de dinero, poder y placer alcanzado. Dichos antivalores, son el reflejo de una sociedad decadente, carente de valores en todos los órdenes de la vida social, antesala de la “crisis de civilización”.
Esto último, es lo que llevó a grandes pensadores, filósofos, intelectuales del siglo XX a plantearse la necesidad de darle sentido a la vida. La “Crisis de civilización”, en el plano individual, es sinónimo de un sinsentido de la vida, caracterizado por la falta de direccionalidad, significado, sensibilidad y criticidad que proveen: horizonte, un proyecto de vida, sabor y pensamiento crítico.
Otro rasgo sobresaliente del hombre y la mujer “light”, es que, su objetivo de vida, sus planes, metas y proyectos, empiezan con él/ella y terminal con él o ella. Su eslogan preferido es: “primero yo, después yo y por último yo”, lo cual atenta contra los principios de solidaridad, subsidiariedad, cooperación y búsqueda del bien común.

¿Qué hacer para dejar al hombre y la mujer light de nuestro tiempo?
Formar personas sobre la base de los valores socialistas capaces de vivir la trascendencia hacia el otro y la otra con acciones concretas de solidaridad. Dejar de tratar a lo demás como objetos e instrumentos para el logro de mis fines y la defensa de mis intereses individualistas. Ser misericordioso con quienes están en mayor desventaja social. Cultivar la empatía, “ponerme en los zapatos del otro u otra”.
Para esto lo recomendable es iniciar con pequeñas acciones, tales como: enterarse de las noticias, por lo menos una vez a la semana, buscar trabajo para generar ingresos para la familia, lavar mi plato donde desayuno, almuerzo y ceno, arreglar mi cama todas las mañanas, contribuir a barrer y trapear en la casa, lavar mi ropa, colaborar a preparar la comida, limpiar el jardín, bañar a los perros, pintar la casa los fines de año, estudiar para llegar a ser profesional.
Del ámbito familiar podemos ir adquiriendo compromisos a nivel de nuestra comunidad, tal como: participar en la organización comunitaria para que no haga falta el agua domiciliar, velar por el mantenimiento de las áreas verdes, organizar jornadas deportivas, de limpieza, artísticas entre otras. El tercer nivel es el macrosocial, participar en acciones de solidaridad en el área rural, que permitan conocer la realidad del campo e intercambiar con las comunidades indígenas y campesinas con acciones de mejoramiento de sus condiciones de vida. De esta forma se irá desplazando, de manera gradual, el egoísmo “light” y se irá transitando hacia el hombre y las mujeres nuevas, solidarias, colaboradoras, liberadas y liberadoras, constructores de una nueva sociedad.
Todo lo anterior, lejos de ser un recetario de cocina, más bien es una sugerencia a partir de una experiencia socio-existencial. Lamentablemente, por temor a perder el modo de vida “light”, llegan los recursos correctivos, conocidos como “suspensión de la cotidianidad”, lo cual significa, que tarde o temprano, nuestra vida cotidiana se ve enfrentada a rupturas, cambios bruscos inesperados que nos exigen cambiar, mutar o fenecer.
A través de la historia universal, muchos hombres y mujeres “light”, a pesar de ver la tempestad tan cerca, no se persignan. La mejor actitud que podemos tener es: sentirnos necesitados de darle sentido a la vida. A pesar de que muchas veces creemos que ya nuestra vida tiene sentido, no está mal que sigamos nutriendo el sentido direccional, significante, sensitivo y crítico de nuestra vida.

La búsqueda de la felicidad y el sentido de la vida, no es propio de una etapa específica del desarrollo psicológico humano (entiéndase la etapa adolescente), sino una necesidad en permanente autocreación, siempre vigente a lo largo de nuestra vida, en cualquier contexto socio-histórico y cultural. La vida no es lineal progresiva, sino que zigzaguea, es dialéctica, mientras sube, de pronto baja, es contingente, está sujeta a cambios para los cuales debemos estar preparados y preparadas. Como dice, Víctor Frankl:
“Una persona que se proyecta hacia un sentido, que ha adoptado un compromiso por él, que lo percibe desde una posición de responsabilidad, tendrá una posibilidad de supervivencia incomparablemente mayor en situaciones límites que la del resto de la gente normal”, (Frankl, 1982:36).

Bibliografía
Grondin, Jean (2005) Del sentido de la vida. Barcelona: Herder.
Rojas, Enrique (2002) El hombre light, una vida sin valores. México: Editorial Planeta.
López Quintás, Alfonso (sf) Necesidad de dar sentido a la vida.
Frank, Victor E (1982) En el principio era el sentido, reflexiones en torno al ser humano. Barcelona, España. Editorial: Paidos.

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