José Ramón Mena Asaba
Fundador/Director Grupo de Teatro
Nalga y Pantorrilla CCEE-Usac

Había sido muy precoz desde niña, de la escuela primaria fue expulsada una decena de veces, por lo que nunca logró terminarla, sin embargo, logró conseguir un trabajo de dependiente en un almacén en donde la hacían firmar un recibo por Q1,000.00 pero sólo recibía Q300.00; eso ayudó más a su espíritu rebelde, para odiar a la sociedad… pues encima de todo, perdió su trabajo.

De su niñez sólo tenía una nebulosa: un padre alcohólico que todos los días llegaba borracho a casa y que también a diario le pegaba a su mamá y cuando su padre desapareció, extrañamente entraban con su mamá un desfile de hombres diferentes y lo que fue peor, cuando un hombre entraba, ella tenía que salir a la calle a sentarse en la grada del cuarto mientras el “amigo” de su mamá “platicaba”; por esa razón, empezó desde muy niña a tener amistades adultas y de mala reputación.

Cuando se enredó con el grupo de la Mara Heavy, pronto se convirtió en lideresa de esta. Era la más astuta para abrir carros y sacar los equipos de sonido de los mismos o usar su desarmador para quitar los platos de los carros que al día siguiente serían revendidos en la “Placita Quemada”. Con esos escasos recursos sobrevivía, pues su mamá se olvidaba que ella existía; para Juan Llanta Pache no pasaba desapercibida, pues a los 13 años ya mostraba todas las bondades físicas que la naturaleza le había otorgado; Juan Llanta Pache era así llamado porque era cojo como consecuencia de una tremenda paliza que había recibido de niño, no sabía de quien ¿de su papá?, ¿del amigo de su mamá?, tal vez ese defecto lo hacía igual que Sandra: odiar a la sociedad, porque ellos siendo humanos, eran escoria, nadie los aceptaba; Juan era conocido como el matón de la Mara Heavy, pero aun así, dentro de su corazón existían sentimientos y siendo ambos con madera de líderes, se unieron.

Sandra se fue de su casa, cosa que no extrañó a su mamá y ni siquiera una pregunta del porqué lo hizo; su madre no tenía valor moral para exigirle nada. A los 15 años, su belleza la hacía una verdadera FLOR DE FANGO, tuvo su primer bebé para alegría de toda la Mara Heavy; era el primer niño producto del amor de dos miembros de la mara, para el bautizo, hubo 23 padrinos y madrinas, todos miembros de la mara.

Juan Llanta Pache tenía 12 años más que Sandra, consecuentemente sus vivencias habían sido mayores en ese mundo de podredumbre; allá abajo en donde se vive en una verdadera selva, en donde sobrevive el más fuerte, el más astuto. Un día llegó Juan en un carro, la muchachada pensó que era robado y Roberto El Choco le dijo:

– Vos manix, no es muy inteligente que traigás ese charnel robado a la chante, pues te puede caer “la tira” y nos quemás a todos ¿estás seguro que no te siguió la correlona?

– No te preocupés man, este “charnel” es puritito mío, ¡Sandraaaa!, vení a ver nuestro “charnel”, este domingo iremos a La Aurora con el nene.

– Mirá papuchis, ¿seguro que no corremos peligro?

– ¿Cuándo Juan Llanta Pache te ha mentido?, después te explico a qué se debe, a toda la mara no se lo puedo contar.

– ¡Vos Juan!

– Si Quincho…

– La mara está preocupada por eso del charnel, nos puede traer problemas jevis a todos…

– Vos despreocupate, mientras siga siendo el jefe, tienen que creerme y el que se oponga, mi “tacifiro” está que solo ganas, además, ahora ya tengo “chingamuza”…

– Más tarde, a solas con Sandra, le comentó que había conocido unos cuates y que estos le estaban dando droga para distribuir y para que se movilizara con rapidez, le habían dado ese carro con papeles y todo legal, pero que lo había puesto a nombre de ella por si algo le pasaba a él. A pesar de que estaba acostumbrada al peligro, un frío especial le recorrió toda la espina dorsal como presintiendo como un gran mal para Juan, para ella o para su hijo; por primera vez en su dura existencia sintió miedo, pero no se atrevió contárselo a Juan, pues sabía que él no aceptaría eso, sabiendo cómo había sido fuerte en todos los actos de su vida, tan es así, que cuando dio a luz, no emitió un solo gemido de dolor.

Así las cosas, Juan empezó a prosperar económicamente, pero las oportunidades de estar juntos cada vez eran menores; un día…

– Sandra, el negocio ha crecido y necesito que me ayudés…

– Sí, Juancho, como vos querrás…

– Bueno, necesito que lleves un poco de coca a los Estados, te llevarás el carro, la droga irá bien escondida para que pasés sin ningún problema, ya sabés, siempre buza y valiente como es tu costumbre.
Un día de madrugada partió para aquel viaje, cuyo retorno estaba programado para dentro de 20 años; en México la policía descubrió el cargamento, fue golpeada, violada y encarcelada.

Juan Llanta Pache enloqueció cuando lo supo y quiso partir a México, pero sus jefes no lo dejaron por temor a desbaratar la red de distribución… Sandra allá tendría todo el tiempo del mundo para pensar en su vida, hacer un recorrido inverso total, añorar a su bebé, que para cuando ella saliera libre, habría cumplido 23 años ¿seguiría los pasos de papá y mamá o sería un hombre sano y mentalmente libre? LE QUEDABAN VEINTE AÑOS PARA AVERIGUARLO…

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