A Lou von Salomé
Lou von Salomé era tan maravillosa como indescifrable. El autor la conoció cuando ella tenía sólo 20 años, los suficientes para haber enamorado a otros pensadores como el filósofo Paul Ree, el poeta Rainer Maria Rilke, el fundador del psicoanálisis, Sigmund Freud; el sociólogo Ferdinand Tonnier; el psicólogo experimental Herman Ebbnghaus, entre otros.
Su belleza era enigmática, pero su ingenio, inteligencia y singular madurez, la convertían en una gema preciosa imposible de poseer. Lou llevó a Ree al suicidio y a Nietzsche lo condujo a una frustrante locura. No obstante, antes de que el filósofo perdiera la lucidez, él redactó las últimas palabras que en su despecho y confusión quiso dedicarle a la única mujer de la que realmente se había enamorado.
Lou solo amaba el pensamiento de Nietzsche, en absoluto al hombre. Lo rechazó una y otra vez. Finalmente, en 1882, el filósofo perdió toda esperanza. Unas semanas después se encerró en su pequeña habitación; era el mes de febrero de 1883.
Lou:
Que yo sufra mucho carece de importancia comparado con el problema de que no seas capaz, mi querida Lou, de reencontrarte a ti misma.
Nunca he conocido a una persona más pobre que tú.
Ignorante pero con mucho ingenio.
Capaz de aprovechar al máximo lo que conoce.
Sin gusto pero ingenua respecto de esta carencia.
Sincera y justa en minucias, por tozuda en general, en una escala mayor, en la actitud total hacia la vida:
Insincera.
Sin la menor sensibilidad para dar o recibir.
Carente de espíritu e incapaz de amar.
En afectos, siempre enferma y al borde de la locura.
Sin agradecimiento, sin vergüenza hacia sus benefactores…
En particular:
Nada fiable.
De mal comportamiento.
Grosera en cuestiones de honor…
Un cerebro con incipientes indicios de alma.
El carácter de un gato: el depredador disfrazado de animal doméstico.
Nobleza como reminiscencia del trato con personas más nobles.
Fuerte voluntad pero no un gran objeto.
Sin diligencia ni pureza.
Sensualidad cruelmente desplazada.
Egoísmo infantil como resultado de atrofia y retraso sexual.
Sin amor por las personas pero enamorada de Dios.
Con necesidad de expansión.
Astuta, llena de autodominio ante la sexualidad masculina.
Tuyo
Friedrich Nietzsche