Por Annette Birschel
Ámsterdam
Agencia (dpa)

El Rijksmuseum de Ámsterdam ha organizado una fiesta de gala que nadie ha querido perderse: poderosos condes, aristócratas excéntricos, nuevos ricos, estrellas y famosillos componen los 39 retratos a tamaño natural de la exposición «High Society», que mañana abre sus puertas.

Según contó hoy el director de la pinacoteca, Taco Dibbits, «son obras de los mejores retratistas de la historia del arte», desde Cranach a Velázquez, Reynolds, Rembrandt, Gainsborough, Monet o Manet. Y lo más curioso: mientras que los autores de los lienzos conquistaron la fama, la mayoría de sus protagonistas quedaron en el olvido.

Además, como apunta el responsable de investigación del Rijksmuseum, Jonathan Bikker, en la historia del arte no es habitual encontrar retratos de cuerpo entero. El motivo es de lo más simple: «Siempre fueron muy caros», explicó durante la presentación. Rembrandt (1606-1669), por ejemplo, cobraba seguramente unos mil florines por una pintura de dos metros, lo que hoy en día equivaldría al precio de una mansión.

No en vano, el retrato suponía también una forma de decir: miren, gente, soy rico y poderoso. Con todo, a las élites no sólo les unía el estatus y el dinero, sino que también compartían la vanidad. Así, en los retratos aparecen a la última moda, con exquisitos uniformes o trajes de fantasía. En 1613, un regente holandés tuvo tales ansias de notoriedad que posó totalmente desnudo ante el pintor Goltzius emulando a Hércules. Y don Pedro de Barberana y Aparregui hizo que Velázquez lo retratara en torno a 1631-1633 luciendo en pecho y capa la Cruz de Calatrava.

Eso sí, sin duda, los invitados de honor de esta fiesta tan especial son Marten Soolmans y Oopjen Coppit. Rembrandt inmortalizó al matrimonio en 1634 en los que fueron sus dos únicos retratos a tamaño real. Ahora, Marten y Oopjen se muestran por primera vez al público totalmente restaurados en una pintura nupcial que en 2016 enfrentó a Francia y los Países Bajos. Y es que cada país había recibido uno de los cuadros, que ahora se expondrán juntos de manera alternativa en el Rijksmuseum y el Louvre de París.

Si la joven pareja aparece con su reluciente tafetán y su encaje blanquísimo, Enrique V de Sajonia posó en 1514 para Lucas Cranach luciendo un traje bordado en oro. Sin embargo, el doctor Pozzi optó por un retrato más íntimo y relajado cuando en 1881 lo inmortalizó el estadounidense John Singer Sargent. El entonces famoso médico aparece en albornoz y es fácil darse cuenta de por qué su amante más conocida, la actriz Sarah Bernhardt, lo apodó «doctor Dios».

A los ricos y famosos de la historia siempre les gustó, además, rodearse de animales que simbolizaban estatus, desde perros de caza a leones. Como la marquesa Luisa Casati, una especie de Paris Hilton de la Belle Époque, a quien Giovanni Baldini retrató en 1908 junto a un galgo y, por supuesto, perfectamente combinada con el can. Según contó Bikker, ya en vida era una leyenda de lo excéntrico que en sus fiestas «servía opio y cocaína».

 

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