Carlos René García Escobar
Escritor y Antropólogo

La Briona Negra resulta blanca y de colores, como una guerrera que se transmuta para opacar al combatiente opuesto y vencerlo poco a poco con sus artilugios de palabras. Marisol Briones, su autora, se me antoja como una combatiente armada con toda suerte de parafernalia dispuesta a vencer, sin enfrentamientos, porque no ofrece caula alguna, a cualquier lector que, desprevenido, cae en asombro completo y le rinde honores sin dilación.

Es lo que me ha pasado, confieso, al terminar de leer su poemario.

Lilith surge desde lo insondable y se encarna, se humaniza frente al lector en cada verso, en cada poema, y desde entonces, se universaliza en las mujeres. En este poemario ha cristalizado todos los aspectos, todos los sueños e ideales, venturas, desventuras y fracasos, tal cual resultados de una guerra sin cuartel, de una mujer que supo blandir la espada para asegurar bien los estoques. Diríamos hoy: asegurar el cañón del fusil para disparar certeramente, tanto como, atender los más comunes oficios que la sociedad ha instituido para el sexo femenino.

Otros críticos estudiosos del espectro crítico literario centroamericano ya han disectado, poética, filosófica y psicoanalíticamente la poesía de Marisol Briones, según se advierte en los comentarios del libro, por lo que no me ocuparé de expresar también semejantes y apropiados conceptos, pero sí, manifiesto mi gusto y admiración por los poemas de La Briona Negra, porque luego de su lectura, he quedado tocado por su néctar jugoso y enriquecedor.

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