Por Elena Box
Madrid
Agencia (dpa)

Aún huele a pólvora en las salas del Museo del Prado donde mañana abrirá sus puertas la exposición «El espíritu de la pintura». La obra que le da nombre, un homenaje del artista chino Cai Guo-Qiang a los grandes maestros de la pinacoteca, fue literalmente prendida anoche. Y es que Cai no pinta con óleos ni acrílicos, sino que reivindica la belleza de un material inevitablemente asociado a la guerra.

No es la primera vez que un artista vivo expone en el Prado -ya ocurrió en 2008 con el estadounidense Cy Twombly-, pero como destacó hoy el director del museo madrileño, Miguel Falomir, esta muestra supone «un hito excepcional»: el hombre que ideó la espectacular inauguración de los Juegos Olímpicos de Pekín es el primer artista contemporáneo que concibe una obra inédita creada, además, in situ, para este templo del arte.

Cai visitó el Prado por primera vez en 2014, con motivo de la gran exposición que la pinacoteca organizó para conmemorar el IV centenario de El Greco. Según contó, tanto el entonces director, Miguel Zugaza, como Falomir le dijeron que de haber conocido su fascinación por el pintor, él también formaría parte de la muestra. «Lo que jamás imaginé es que un día tendría mi propia exposición aquí», declaró.

Así, desde aproximadamente un mes hasta hace apenas unas horas, el Salón de Reinos del Prado se convirtió en el taller donde Cai ha elaborado ocho de las 27 pinturas con pólvora que conforman la muestra. El artista, que en diciembre cumplirá 60 años, entabla en ella un diálogo con la tradición pictórica occidental y, muy especialmente, con El Greco, para reivindicar las cualidades que definen el espíritu de la pintura.

«Tuve que buscar una metodología nueva, a veces utilizando la pólvora como si fuera pintura al óleo y otras con las explosiones fuera de margen para que el humo penetrara más lentamente», añadió. El lunes, cuando prendió la mecha por última vez para la monumental obra «El espíritu de la pintura», la explosión duró apenas dos segundos. «Esa rapidez encarna el espíritu de España. Dura un instante, un temblor. En ningún otro lugar se puede hacer una explosión así», contó.

La exposición, dividida en cuatro salas, está concebida siguiendo la fórmula clásica compositiva china «Qui cheng zhuan he»: en el «inicio ascendente» se aborda su relación con El Greco con obras como la mencionada «Día y noche en Toledo» o los ensayos «En busca del Greco». Después, en el «desarrollo», profundiza en la abstracción con «Ceremonia negra» o «Las nubes distantes».

La sala dedicada a la «transformación» muestra una energía nueva, rebosante de color, con su homenaje a Rubens en «El último carnaval» o la culminación de su paso por el Prado en «El espíritu de la pintura». Y, finalmente, la «unificación», ahonda en la espiritualidad con «El Salón de Reinos» o «Palmira», tributo a «El 3 de mayo» de Goya y un «gesto de empatía» hacia este «hito de la civilización antigua en el momento de su desgracia».

La muestra, acompañada de fotografías y bocetos de Cai y un documental sobre su proceso creativo dirigido por Isabel Coixet, podrá contemplarse hasta el 4 de marzo de 2018. Lo que suceda después, es una incógnita. El Prado no es propietario de ninguna de ellas y Cai no tiene galería propia, sino que expone en los museos que adquieren sus trabajos como parte de su colección. «No sé si otra institución las comprará, ni sé su precio», declaró.

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