Por Christina Horsten
Nueva York
Agencia (dpa)

A comienzos de los años 80, Ai Weiwei llegó a Nueva York como inmigrante y estudiante de arte. Según afirma, en aquellos tiempos «no era fácil ser artista» y para ganarse la vida tenía que compaginar otros empleos, «pero era la ciudad en la que todos querían ser artistas» y en la que «nadie se sentía extranjero».

A comienzos de los 90, al enfermar su padre, regresó a China, donde más tarde fue perseguido por sus críticas al Gobierno y detenido. Le retiraron el pasaporte, que no recuperó hasta 2015, y aunque desde entonces reside en Berlín, no abandonó la idea de volver a Nueva York. Allí presenta mañana su hasta ahora mayor exposición al aire libre.

«Good Fences Make Good Neighbors» (las buenas verjas generan buenos vecinos) es el «cénit de la producción creativa de Ai Weiwei hasta la fecha», afirma Nicholas Baume, director de la asociación Public Art Fund que organiza la muestra en su 40 aniversario. Más de 300 espacios públicos de la metrópolis formarán el «lienzo perfecto» para la obra del artista, añade el alcalde, Bill de Blasio.

«He tardado mucho, porque siento tanto por esta ciudad que no quería instalar una escultura cualquiera», explica Ai Weiwei. «Quería hacer algo que mostrara realmente mi respeto y mi amor». Como es habitual en el sexagenario artista, se decantó por resaltar la faceta política del arte, centrándose en temas como la migración, los refugiados, los muros y las verjas.

Así, Ai instaló muros metálicos de varios metros de altura en Central Park, bajo el arco del Washington Square Park o en el Flushing Meadows Corona Park de Queens. «Las verjas siempre están relacionadas con la identidad, con la concepción que tenemos de nosotros mismos y nuestra postura frente a los demás», dijo el martes durante la presentación de la exposición (y después de fotografiar a los periodistas con su propio smartphone).

«En estos tiempos de dramáticos cambios económicos y políticos, son temas aún más urgentes», añadió. Según Ai, precisamente ahora Estados Unidos es un país que acoge a muy pocos refugiados. «La crisis de refugiados es una crisis humanitaria global. En mi opinión, las grandes potencias mundiales deberían asumir una mayor responsabilidad al respecto».

El artista y activista chino pronunció estas palabras ante una de las esculturas más llamativas de la muestra, «El escarabajo dorado», situado en el extremo sur de Central Park. Muy cerca de allí se eleva la Trump Tower, de modo que desde su lujosa vivienda el presidente estadounidense podrá contemplar esta escultura metálica cuando acuda a Nueva York.

«Este proyecto está hecho para las personas que viven en la ciudad», dijo Ai. «Por supuesto, cuando esté aquí, el presidente Trump queda cordialmente invitado a disfrutar de esta escultura», añadió. «La he cubierto de dorado aposta para agradarle».

He tardado mucho, porque siento tanto por esta ciudad que no quería instalar una escultura cualquiera. Quería hacer algo que mostrara realmente mi respeto y mi amor.
Ai Weiwei es un activista y artista contemporáneo.​​

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