“Exotic Legends”
1902

De una carta de Gauguin a J. F. Willumsen, Pont-Aven, otoño de 1890

En cuanto a mí, mi decisión está tomada. Me voy dentro de poco a Tahití, una pequeña isla en Oceanía, donde las necesidades materiales de la vida diaria pueden solucionarse sin dinero. Quiero olvidar las desgracias pasadas, quiero sentirme libre para pintar sin gloria alguna ante la opinión de los demás, y quiero morir allí. Y si mis hijos quieren y pueden ir a reunirse conmigo, me sentiré totalmente aislado. Una terrible época se anuncia en Europa para la próxima generación: el imperio del oro. Todo está podrido, incluso los hombres, incluso el arte. Allí, por lo menos bajo un eterno cielo de verano, en una tierra maravillosamente fértil, el tahitiano no tiene, sino que levantar sus manos para conseguir su alimento; además, nunca trabaja. Mientras que en Europa hombres y mujeres sobreviven sólo gracias a un trabajo incesante, debatiéndose en las convulsiones del frío y del hambre, víctimas de la miseria, los tahitianos, por el contrario, felices habitantes del desconocido paraíso de Oceanía, solo conocen las dulzuras de la vida. Para ellos, vivir es cantar y amar (una conferencia sobre Tahití, Van der Veere). Una vez bien organizada mi vida material, podré dedicarme a las grandes tareas del arte, libre de todos los celos profesionales y sin ninguna necesidad de negocios envilecidos.

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