Berlín
Agencia (dpa)

A pesar de que sus manos llevan casi setenta años acariciando el teclado, el pianista y director de orquesta argentino Daniel Barenboim se resiste a encuadrar tanto los ensayos como los conciertos en el ámbito de la rutina o el aburrimiento.

«Es como una mujer que uno ama y en quien uno siempre descubre algo nuevo, también después de muchos años», señala el músico en una entrevista con dpa en Berlín, en cuyo transcurso también confiesa que no piensa en retirarse.

«Mientras yo esté en forma y la orquesta de la Ópera Estatal de Berlín (Staatskapelle) me quiera, yo quiero quedarme», agrega.

En las últimas semanas, Barenboim estuvo de gira con la Staatskapelle en París y en la ciudad alemana de Dresde, en el este de Alemania. «Y también tras 67 años todavía detecto cosas nuevas, un detalle aquí, una relación armónica allá», admite.

Su energía procede de la música, recalca, para a renglón seguido apuntar que del pianista Artur Rubinstein aprendió una enseñanza muy importante.

«Él me dijo una vez: debes ser feliz de forma incondicional y no debes decir: ‘Sería feliz si tuviese más dinero o algo así’. Ese ‘Si’ debe desaparecer», declaró.

El próximo 3 de octubre, coincidiendo con el festivo nacional que en Alemania conmemora la reunificación del país en 1990, Barenboim dirigirá a la Staatskapelle en la Ópera Estatal de Berlín que se reabrirá al público tras siete años de obras.

El músico argentino regresará así a «casa», a la ópera de la que es director general desde 1992. «La orquesta me ha nombrado director vitalicio. Probablemente cuando llegué no sabía que iba a durar tanto», destacó sonriendo.

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