Carlos René García Escobar
Antropólogo y Escritor

Impecablemente escrito, con título surrealista y presentado elegantemente por una común amiga, Ana María Rodas, Pablo Sigüenza Ramírez publica este volumen de relatos, esperando sus lectores que no sea el único. En él se muestra la descripción de los hechos -vivencias de la generación presente- en donde, ávido de vivir, observa los hechos con una visión depurada de la existencia, es decir también, de la realidad nacional.

Al autor lo conozco personalmente por que recibió por un tiempo mis clases de Antropología en la universidad estatal. Evidentemente continuó sus estudios, y es ahí donde percibo que nuestra ciencia no le ha sido ajena en su diario vivir y laborar. Me atrevo a afirmar que Pablo Sigüenza empieza a perfilarse en uno más de los escritores cuya profesión de antropólogo le brinda cierta percepción necesaria para conformar sus escritos.

El placer que me produjo la lectura de sus relatos consistió en cierta identificación con algunos de ellos en el sentido de que, hace muchos años desde mi adolescencia escribí ideas parecidas, aunque mis relaciones obedecían a un sentido general de las cosas, filosófico, pues mis años de adolescente y de primera juventud, todavía carecían del sentido vivencial antropológico de las cosas. Así que me identifiqué con ellos.

Ahora reconozco haber leído un buen libro de relatos escrito por un representante de la actual generación. Pablo Sigüenza, de quien también he leído sus columnas de opinión en La Hora, demuestra que sabe enviar mensajes propios y propicios -en buena literatura- para la construcción de la nueva sociedad guatemalteca, más humana y liberada de atávicas ataduras, que hemos anhelado desde siempre.

Que la diosa de la literatura le acoja en su seno para siempre.

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