Por Carlos Soto Pineda

Caminar lento y pausado, ojos de mirada triste pero con brillo de los que han visto otro mundo y tiempos mejores, así recuerdo al maestro Juan Antonio Franco, pintor de la Generación del 40, fruto de la “Primavera Democrática Revolucionaria” guatemalteca; a quien conocí en 1989, cuando yo iniciaba mis estudios de medicina. El 25 de julio se cumplieron 22 años de su fallecimiento y no hubo una sola mención del hecho.

_Cul22_1BAsí resumen la biografía del maestro: “Juan Antonio Franco (1920-1994), guatemalteco. Pintor modernista que realizó un arte comprometido con el ser humano y su realidad social. En sus pinturas hay influencias del expresionismo y de Diego de Rivera, con el que estudió y colaboró en numerosos murales”.

Ilustran este escrito la obra “Gloriosa Victoria” de Diego Rivera que es una representación de la intervención de Estados Unidos en la política interna de Guatemala, mostrando a Castillo Armas saludando sumisamente a Eisenhower y una obra de Juan Antonio Franco “sin título”, que muestra a la mal llamada “Liberación” agrediendo a la patria frente al pueblo, con Castillo Armas segando la Revolución frente a la mirada impávida de una mujer, escudándose en el estandarte del Cristo Negro y los aviones llamados “sulfatos” bombardeando.

“Los funcionarios, no funcionan.
Los políticos hablan, pero no dicen.
Los votantes votan, pero no eligen.
Los medios de información desinforman.
Los centros de enseñanza, enseñan a ignorar.
Los jueces, condenan a las víctimas.
Los militares están en guerra contra sus compatriotas.
Los policías no combaten los crímenes, porque están ocupados en cometerlos.
Las bancarrotas se socializan, las ganancias se privatizan.
Es más libre el dinero que la gente.
La gente, está al servicio de las cosas.”
Eduardo Galeano

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