Por Juan Calles

El cuento debe ser un perfecto aparato explosivo, el mecanismo que lo hace funcionar debe ser meticulosamente colocado para que al explotar el lector quede desecho en mil partes; si eso no sucede, entonces el cuento es solo un montón de palabras que desaparecen mientras los ojos lamen la página, un tedio abrumador.

El cuento es resolución del “cómo” antes que del “qué” sin descuidar el “qué” decía Mempo Giardinelli en su libro “Así se escribe un cuento”. Y otros cuentistas célebres agregan que se debe huir del simple acto catártico y más bien buscar la reflexión del tiempo que se vive y se escribe.

Agradezco la lectura de los cuentos de Valeria Cerezo, pues me hizo regresar a la teoría del cuento, a los viejos libros y a las viejas formas de elaborar y saborear un cuento. Leyendo “La Muerte de Darling” finalista del concurso de letras 2016 de un Banco del Sistema. Valeria Cerezo entiende el mecanismo explosivo del cuento, pero no encontró la forma adecuada para hacerlo detonar.

Hace algunos años el concurso que organiza este banco se declaró desierto, los despistados miembros del jurado afirmaron que no había un autor o autora que mereciera ganar al menos una mención honorífica; en esos días yo facilitaba el taller de narrativa del Centro Histórico, recuerdo que los comentarios de los miembros del taller coincidieron en que el jurado había tragado y defecado al menos una generación de narradores, que sería muy difícil recuperar el ánimo de quienes escriben narrativa, que era un golpe bajo para quienes le apuestan a los concursos literarios pensando que eso los puede convertir en escritores. Leyendo a los finalistas de este año puedo confirmar que esos comentarios fueron acertados y proféticos.

Valeria Cerezo escribió cuentos agradables, pero inacabados, una narrativa limpia y creativa, historias interesantes e intensas, pero sin final, el cuento termina sin que ella se entere, sus finales son previsibles y sosos, un coitus interruptus. Los personajes no logran cobrar vida, algunos son pretenciosos o falsos, elige llamarles Patrick, Kate, Cat, lo que me hizo recordar a Corín Tellado y sus historias de telenovela.

El cuento es indefinible, no hay reglas para escribir un cuento, no hay buenos y malos temas, es el tratamiento del cuento el que lo hace tener calidad o no tenerla, es decir, el cuento es puro contenido, de allí la importancia que la autora pueda resolver ese contenido de forma que al lector no le quede más que maravillarse con la lectura. En “La Muerte de Darling” hace falta esa pieza percutora, que inflame las páginas.

En su cuento “La Jaula” nos regala una historia freudiana e intensa, una narrativa ágil que de alguna manera logra llevarte por cinco minutos en un viaje al pasado y te sentís niño y extrañás a la abuela y su olor de abuela, un cuento agradable; sin embargo, en los siguientes cuentos el ánimo decae y te encontrás con formas primarias de narrar, historias inacabadas o prematuramente acabadas, como de prisa, por lo que hacen falta las frases adecuadas para lograr el efecto que la autora buscaba. Cerezo tiene buenas ideas, sin embargo, los finales carecen de esa vuelta de tuerca que los pudo hacer geniales. Un buen ejemplo es el cuento titulado “Matar a la liebre” en donde el personaje viaja por la carretera fumando y bebiendo, se detiene para orinar y no dormirse, algo la asusta, inexplicablemente saca un revolver del automóvil y mata a una liebre blanca, eso la entristece más que el reciente asesinato de su esposo, asesinato que ella cometió y del que nos enteramos en ese mismo momento. Los signos de interrogación son grandes y gordos.

“Para Cortázar la cuestión de las nociones de significación, intensidad y tensión no radican en el tema sino en el tratamiento de ese tema. En el modo de desarrollarlo, Por eso la importancia de la primera página, de la primera frase y de la última.” Evoca Giardinelli en su libro, insisto en ello porque me gustaron los cuentos de Valeria Cerezo, pero el tratamiento que les dio me parece primario y sin finalizar, espero poder leerla nuevamente con cuentos elaborados, reflexionados y finalizados.

Tengo que concluir diciendo que la edición elaborada por F&G editores carece de atractivo, las portadas y los interiores dejan mucho que desear, una entidad bancaria que financia estos importantes concursos de narrativa debe poner más atención a la edición de los trabajos finalistas. Un poco de esfuerzo y creatividad no le vendrían mal a nadie.


Juan Calles. Periodista, documentalista, lector de tiempo completo, ha facilitado el taller de narrativa del Centro Histórico. Autor de “Triciclo”, libro de cuentos cortos. Nació en mayo del 73, pero no está seguro de ello.

Valeria Cerezo entiende el mecanismo explosivo del cuento, pero no encontró la forma adecuada para hacerlo detonar.

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