Una colaboración de Alejandro Sandoval | Barrancópolis

No sé cuántos semáforos en rojo me crucé esa noche pero el Alleycat estuvo bueno. Creo que ahora se preguntarán ¿qué demonios es un Alleycat? o si no asusté a ningún conductor durante la carrera. Les voy a explicar así sin tanta vuelta: un Alleycat es una competencia de ciclistas urbanos donde gana el que mejor conoce la ciudad y, claro está, pedalea con más enjundia. Estos eventos nacieron en 1989 en Toronto y ahora andan regados por el mundo. Ya que siguen con las dudas aprovecho para decirles que esta carrera la organizaron los locos de Zombie Fixed Gear Crew, un colectivo de ciclistas engasados del piñón fijo y la velocidad.

Mejor vamos por partes señoras y señores. La onda es que esa noche nos juntamos a tirar pedal por el Día Mundial sin Auto en el Obelisco. La Zombie Crew convocó a una carrera exprés en 3 categorías: piñón fijo -si tenés dudas usá San Google-, libre, -si buscaste lo anterior esto ya no hay necesidad de explicarlo-y femenina. No llegaron muchos ciclistas y la categoría femenina no se logró armar. La inscripción costó diez devaluados quetzales y el ganador de cada categoría se llevó todo lo que había acumulado en el pozo. Ya destapaditas unas chelas y la plática prendida, tipo 8:45 pm, nos dieron el banderazo de salida.

Con un frágil papelito en la mano -donde estaba escrito el nombre de cuatro lugares de la ciudad, unos cerca de otros y otros algo retirados- cada uno trazó su ruta y los casi 20 ciclistas salimos tirando canela en medio de los carros y riéndonos de los congestionamientos mientras hacíamos nuestra la ciudad. Bueno pasemos a lo que realmente importa. En estas «carreritas» todo puede ocurrir, nadie tiene asegurado nada, ni por veloz, ni por conocer la urbe. Podés ir ganando y no saberlo hasta llegar al último punto de la carrera o podés ir pensado que ya la coronaste y llegaste de último o sea la cagaste grueso.

Los famosos 4 puntos estaban sumamente fáciles, la Shell de Majadas, el BK de la Torre del Reformador, el colegio Don Bosco y como punto de llegada la Fixed House (una tienda donde seguro no te timan al comprar o arreglar tu bicla). La ruta fue sencilla, casi todo el mundo se tiró primero a la Shell, como pudieron buscaron salir al Trébol y allí las rutas cambiaron unos primero a Don Bosco y a la Torre del Reformador, otros al revés y pues ya sabido el punto de llegada solo quedaba reventar los camotes toda la séptima Avenida de la zona 4 y de la zona 1 para en algún punto bajar a la 11 avenida y reventar un poco más el último tirón en Ciudad Nueva y llegar a la Fixed House.

El que ganó en piñon fijo tenía una bici de esas que pesan más que el anda de una procesión, le ganó a varios que tienen bicis livianas y súper pros que les daban la ventaja. Acá no vale ser ciclista de alta gama: lo que importa es la enjundia y las ganas de sortear al montón de automovilistas que viajan solitarios, con los vidrios polarizados y que uno ve el reflejo de las pantallas de sus celulares al pasar a 40 kilómetros por hora en las angostas calles de la ciudad de Guatemala. El ganador de la categoría libre en las mismas, con su baica de hierro pero dura pal pedaleo. Ya terminada cuestión buscamos una tiendita para comprar otro par de frías (los que le entran pues) y ya picados tiramos unos sprints de 800 metros de cinco quetzales por cabeza.

¿Y qué hay de bueno en todo eso?

Mucho. Primero perderle el miedo a las calles y hacer lo que dice esa canción de la Bacteria Soundsystem «La calle es nuestra». Segundo se trata de una invitación a la convivencia, a conocer y relacionarse con personas que nunca saludás en la calle. También fortalece el movimiento ciclista urbano, casi todos los que corrieron usan la bici para ir a todos lados, no son de esos ciclistas que buscan parqueo para ir al ride, tampoco es que sean los salvadores del mundo pero, usar la bici siempre significa también rebeldía y resistencia, es libertad. Hay gente que se asusta a tirar pedal en la noche si no es en una caravana a 5 kilómetros por hora, hay otros que no dejan la pose, como los hay en el movimiento Fixed también, pero perder el miedo y usar la ciudad es demandar espacios para movilidad, es dejar esas ideas del riesgo, que al final son los conductores de vehículos quienes provocan la mayoría de los accidentes viales.


Alejandro Sandoval (Guatemala, 1989) Siete oficios mil necesidades. Encuadernador, editor, fixi rider. La búsqueda es mi constante problema, escapista e irresponsable por temporadas. Estudiante desertor de varias carreras menos de la auto gestión y la libertad.

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