Por Mónica Redondo (dpa)
Ciudad de México
Agencia/dpa

«Allá en el rancho grande» (1936), protagonizada por Jorge Negrete, estuvo meses en la cartelera española. Partiendo de la base de que las películas en aquella época estaban máximo una semana en pantalla, podría decirse que el filme mexicano fue un éxito en España.

El escritor e investigador mexicano Ángel Miquel explica ese auge en su libro «Crónica de un encuentro. El cine mexicano en España 1933-1948», que fue presentado el viernes en Ciudad de México y hace un recuento de los largometrajes estrenados en ese periodo.

«Las películas mexicanas le daban alegría a la gente en una situación social gris», dijo Miquel en entrevista con la agencia dpa, refiriéndose al estado de posguerra en España (la Guerra Civil Española tuvo lugar de 1936-1939), que derivó en más de 40 años de dictadura de Francisco Franco.

Al igual que la película de Negrete, dirigida por Fernando de Fuentes, otras cintas mexicanas causaron furor. El escritor inicia las investigaciones en 1933 porque fue en ese año cuando se estrenó la primera película mexicana en España. «Antes de eso no había nada», señala el autor.

A partir de ahí y hasta 1948, se estrenaron 164 películas filmadas en México en cines españoles. Además de la adoración de los españoles por Negrete, otros actores marcaron a la sociedad española de la primera mitad del siglo XX.

Fue el caso de María Félix, que vivió en España durante algunos años de su carrera, impulsada por el empresario Cesario González, que convirtió a la mexicana en una artista de índole internacional.

Sin embargo, las películas más vistas fueron las del humorista Mario Moreno «Cantinflas», recuerda Miquel. Tanto es así, que la Real Academia Española acabó aceptando el término «cantinflear» en el diccionario español de la lengua.

El análisis del investigador finaliza en 1948 porque en ese año se celebra en Madrid el Congreso Cinematográfico Hispanoamericano de Argentina, México y España, que da pie a colaboraciones entre los países en el mundo del cine. Es en ese mismo año cuando España y México empiezan a coproducir películas, un hecho que aumenta a partir de la década de 1950.

A pesar del cese de las relaciones entre España y México tras el inicio de la dictadura, el escritor subraya que el cine fue la manera en que los dos países siguieron en contacto a pesar de las rupturas políticas. «Hay vasos comunicantes que permanecen», señala.

De la misma manera que muchos actores mexicanos fueron a España, muchos españoles formaron parte del elenco de películas mexicanas que acabaron triunfando en su país, una gran mayoría de ellos republicanos que tuvieron que huir por la represión política.

Después de la Guerra Civil Española, la industria cinematográfica española se vino abajo y acabó produciendo pocas películas y sin repercusión internacional. Mientras tanto, la industria mexicana crecía cada día más, en parte gracias al apoyo de los Estados Unidos, que ya estaba a la cabeza de la industria del cine.

Uno de los hábitos de la dictadura en España fue la censura, que permitía editar y muchas veces estropear las películas exhibidas en los cines del país. Era costumbre borrar la última secuencia de las películas románticas, que solían acabar con un beso de sus protagonistas.

La censura fue una de las fuentes de Miquel para llevar a cabo su investigación. En el archivo público de la administración española están todos los expedientes, a los que tuvo acceso para su libro.

Sus otras fuentes fueron los archivos de periódicos españoles como el «ABC» o «La Vanguardia» y revistas de cine como «Primer Plano». A través de las reseñas y críticas de las películas mexicanas en medios españoles, el investigador mexicano pudo ser testigo del reconocimiento que estas tuvieron.

En su libro, el autor incluye un texto de Alberto Gracián de «La Vanguardia», publicado en 1936: «La producción mejicana avanza rápidamente hacia la perfección, a la perfección técnica (…) el sonido, el montaje, y sobre todo la fotografía, es ya tan perfecto como en cualquier película que salga de los estudios hollywoodenses».

«Crónicas de un encuentro» fue editado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). La directora de actividades cinematográficas de la UNAM, Guadalupe Ferrer, afirmó en la presentación que el libro ha servido para demostrar que la leyenda era cierta: «Esas cosas que nos contaban las abuelas de que Negrete se bajaba del avión y las españolas se lo comían».

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