Por Thomas Burmeister y Dorothea Hülsmeier
Zúrich
Agencia/dpa

¿Qué es el dadaísmo? Hasta hoy es difícil contestar esta pregunta, pero sus huellas siguen presentes, desde el punk a Lady Gaga. Su principal lema, del que ahora se cumplen 100 años, es romper todas las reglas.

Ya en 1919, el escritor y artista alemán Johannes Baader, uno de los primeros seguidores del movimiento, afirmó que «lo que es dada no lo saben ni los propios dadaístas, sino únicamente el Dada Supremo, y él no se lo dice a nadie».

La definición da igual, porque dada tiene mucho que celebrar. El movimiento artístico revolucionario surgió hace un siglo en el Cabaret Voltaire, en la calle Spiegelgasse 1 de Zúrich. Aquel 5 de febrero de 1916 estaban presentes los «primeros dadaístas» Hugo Ball, Tristan Tzara, Marcel Janco, Hans Arp, Sophie Taeuber-Arp, Emmy Hennings y Richard Huelsenbeck.

Aunque suene contradictorio, el aniversario será objeto de numerosos homenajes en Zúrich, ciudad de los bancos pero también de la cultura. Hasta finales de año habrá 165 días «para la representación de una leyenda y para vivir la obsesión del dada», anunciaron los organizadores del club «dada100Zúrich2016».

¿Por qué 165? «Hicimos muchas investigaciones y reunimos biografías y datos sobre la obra de 165 destacados dadaístas», señala la portavoz del grupo Nora Hauswirth. «Cada uno y cada una de ellos será el padrino o madrina de uno de los 165 días dada». El Cabaret Voltaire se convertirá en «una interpretación sobre-exigida sin medida hasta la locura, creadora de un lugar artístico hasta la inconsciencia, en la que el suceso estará en primer plano».

Al inicio de cada día dadaísta habrá una hora de rezo religioso como en un monasterio. El 22 de febrero, por ejemplo, estará dedicado a Hugo Ball, en el 130 aniversario del nacimiento del autor alemán, cofundador del dadaísmo y pionero de la poesía fonética, en la que el sonido de las palabras es más importante que su significado. Ese día se volverán a declamar en público su poema «Karawane» y su «Manifiesto de Inauguración».

También se recordará a la suiza Sophie Taeuber-Arp, maestra de la danza cubista-dadaísta. Y en todas partes se podrán leer textos del pintor y poeta germano-francés Jean (o Hans) Arp, uno de los dadaístas y surrealistas más conocidos.

Por ejemplo su «Oda a las golondrinas» («Die Schwalbenhode»), que incluye frases que podrían traducirse como: «la noble mujer bombea solemnemente nubes en sacos de cuero y piedra -en silencio, inmensas grúas retuercen alondras que trinan en el cielo- las columnas de arena están rellenas de muñecas de algodón».

«El dadaísmo incluyó a todos los otros movimientos de vanguardia del momento, como el expresionismo, el futurismo y el cubismo, y los volvió a arrojar digeridos o no digeridos», afirma el director del Cabaret Voltaire, Adrian Notz.

Por ejemplo, con poesías en idiomas fonéticos inventados, imposibles de tener un significado, o con esculturas como la famosa «Fuente» expuesta por Marcel Duchamp en 1917 en Nueva York y rodeada de escándalo: un mingitorio firmado como obra de arte.

Por qué los dadaístas se dedicaron a negar de forma radical el arte de su época hasta una irracionalidad total se explica por cuestiones históricas. Era la época de la Primera Guerra Mundial, que se mostraba como una máquina de destrucción totalmente inhumana con sus sangrientas batallas y el uso de gas venenoso.

«El dadaísmo negó toda tradición y puso en tela de juicio los valores que llevaron a la Primera Guerra Mundial», explica a dpa Oliver Kornhoff, director del Museo Arp en Remagen, Alemania. «No, no, no a la cultura burguesa, a los movimientos militaristas, a las estructuras monárquicas y a la industrialización como fuerza únicamente beatífica. Por eso los dadaístas proclamaron la hora cero, lo que hoy llamaríamos un reseteado».

La isla neutral que era en aquel momento Suiza, con Zúrich como su metrópolis, era el único lugar de Europa donde los artistas que venían de todas partes podían buscar respuestas ante la catástrofe de la guerra.

Mientras, por cierto, justo enfrente del Cabaret Voltaire un revolucionario ruso barbudo llamado Lenin preparaba el derrocamiento de los zares. «¿Es el dadaísmo como signo y gesto el contrajuego al bolchevismo?», anotó Hugo Ball… y dejó la pregunta sin responder.

No se puede decir que el dadaísmo haya hecho un desfile triunfal desde el Cabaret Voltaire, pero inspiró a numerosos artistas en Berlín, París, Nueva York y América Latina. Más tarde también los surrealistas y los partidarios del pop art y del punk tomaron aspectos dadaístas. E incluso Lady Gaga es un poco dada, subraya Kornhoff.

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