Por Maya Juracán

Hace algún tiempo estaba clasificando un grupo de libros de arte y me topé con un libro de Gaudí el cual tenía que colocar en una de las diferentes ramas de la biblioteca. Fue muy fácil para mí tipificarlo como historia del arte junto a otros grandes nombres. En este momento me recomendaron que este personaje debía encajar en arquitectura pues él se consideraba así mismo como un arquitecto.

Una semana después asistí a la exposición de Proyecto Ultravioleta titulada Objeto Espacio, en esta exposición nos acompañó Jorge de León, curador de la muestra junto a Gabriel Rodríguez. Un Aserradero fue el espacio que usaron para exponer. Esta es una ruptura intrínseca a toda la presentación tradicional de arte y me encanta.

Jorge nos explicó que el interés era valorar el objeto a través de cualquier tipo de medio que se pudiera utilizar, es decir analizarlo como una escultura no importando las dimensiones que este establecía. Por ejemplo escultura abordada como: arquitectura, objeto, intervención o instalación. Así hice memoria ante la disyuntiva que tuve acerca de la posición del texto de Gaudí en la biblioteca.

La obra de Jorge mostraba dos camiones siendo jalados por líneas que los conectaban, pero no representaba nada físico o tangible pues este solo podía ser visto a través de un video, realizado en sketch up. ¿Era esta pieza una escultura? Por qué deberíamos tipificarlo, como lo decía la descripción de la exposición, en una escultura abordada como arquitectura. ¿Dentro de qué dimensión estábamos analizando el objeto?

En un sentido etimológico arquitectura se construye de la palabra griega “Arch» que significa jefe y “Tekton» que significa constructor. Por lo tanto en una definición más primigenia, la obra de Jorge era una pieza arquitectónica. Seguimos caminando en las instalaciones del aserradero y nos encontramos con la obra de Naufus Ramírez, una pieza más relacionada con escultura pues esta tenía un trabajo artesanal. Consistía en una figura abatida con un gesto profundo de cansancio y necesitaba estar apoyada por una viga de madera. Hasta se podría decir que la pieza era un error de espacio pues esta no se podía sostener por sí sola. En palabras de Charles Mackintosh uno de los principales representantes del Art Nouveau y Arts and Crafts “Hay esperanza en el error honesto. No hay esperanza en las frías perfecciones del mero estilista” y esta frase encaja perfectamente con la obra de Naufus y también con el trabajo de Veronique Simar, el cual describo a continuación.

En lo personal la obra me pareció una construcción compleja, con un proceso a largo plazo. Constaba de 4 tablas de madera en las cuales se posaban sobre la parte superior peceras de vidrio totalmente transparentes, visualmente eran agradables pero la intención de esta pieza mostraba la historia del objeto en el espacio, recopilando sedimentos. Era una obra con trascendencia histórica en proceso de construcción que el espectador no sería capaz de asimilar a primera vista.

La obra de Jessica Kairé un obelisco de inflables, el cual perdía todo su entusiasmo al desinflarse estaba definida en sí misma, tal vez en mi condición de historiadora le encontré muchísimo más sentido vinculándola con la historia de este país.

La obra de Stefan Benchoam estaba presentada mediante dos fotografías, una mostraba una escultura del Mariscal Ramón Castilla situada en la 18 calle de Avenida Las Américas que había sido deteriorada y ya no tenía un brazo, y en la otra un grupo de personas las cuales corrían del lugar que habían intervenido colocando una especie de cubo de tabla yeso sobre la escultura, para representar una protección al patrimonio o una crítica a la desintegración del mismo.

La obra de Gabriel Rodríguez, “Foto”, mostraba un columpio detenido en el tiempo, este se encontraba congelado en las alturas. Me molestó tanto y su forma me provocó frustración. Un artefacto de diversión infantil el cual perdía su funcionalidad ejerciendo el “Ready made” (todavía pienso en ese columpio y sueño con que algún día bajará).

Al llegar al final del aserradero observamos una barrera hecha de bolas de plástico que protegía un pequeño árbol, dos esferas de plástico descansaban a su lado, una pieza de Regina Prado.

Y aunque lo intenté en esta descripción, cada una de estas piezas cumple una definición diferente de objeto, escultura, arquitectura, intervención o instalación. Tipificarlo de mi parte sería un error pues creo que el gesto de toda la exposición fue una creación independiente de diversidad objetual. Unos rebeldes, rechazando la categorización como Neo-Bauhaus donde Walter Gropius podría decir: “Este mundo debe de convertirse en un nuevo mundo de gente que construye.” Añadiendo a esto “construye” ejerciendo la amplitud de la palabra en todos sus términos. Estos artistas lograron salir de una autodefinición y tipificación por sí mismos, pero me temo que algún día la historia del arte los encasillara. Por ahora son nómadas, conscientes de la variabilidad de la contemporaneidad.

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