Por Andrei Sokolov
Menlo Park
Agencia/dpa

Algunos niños reciben al nacer una libreta de ahorros, pero la nueva princesa de Silicon Valley, Max, la hija de Mark Zuckerberg, es una heredera millonaria. Sin embargo, apenas llegada a este mundo, su padre anunció que solamente accederá a una mínima parte de su fortuna.

En una carta abierta dirigida a la niña, el fundador de Facebook, de 31 años, y su mujer, Priscilla Chan, prometen entregar el 99 por ciento de sus acciones de Facebook para obras de beneficencia.

Con todo, Max no tendrá motivos para estar preocupada por su futuro económico cuando tenga uso de razón, ya que la parte que aún queda en manos de la familia asciende hoy a más de 400 millones de dólares, y lo más probable es que la cotización de las acciones de Facebook siga creciendo.

Además, Zuckerberg irá desprendiéndose de sus títulos poco a poco, entre otras cosas para no perder de repente el control de la obra de su vida, la mayor red social del mundo con más de 1.500 millones de usuarios.

El gesto de Zuckerberg y Chan es pese a ello muy simbólico ante la multiplicación de las fortunas alimentadas por el boom de Internet en San Francisco y alrededores y hace que pasen a formar parte del grupo de millonarios que han decidido actuar de la misma manera y no dejar toda su fortuna a sus herederos.

«Quiero dejarles a mis hijos lo suficiente como para que tengan la sensación de que pueden hacer cualquier cosa, pero no tanto que no tengan ganas de hacer nada», lo resumió con sabiduría el legendario inversor Warren Buffett.

Con su fortuna estimada en más de 70.000 millones de dólares, es incluso más rico que Zuckerberg y junto con el fundador de Microsoft, Bill Gates (unos 80.000 millones de dólares), creó la iniciativa «The Giving Pledge».

Se trata de un compromiso por el que los ricos prometen donar la mayor parte de sus fortunas. Entre sus miembros se cuentan el creador de «Star Wars» George Lucas, el cofundador de SAP, Hasso Plattner, el millonario ruso Vladimir Potanin o el jefe del fabricante de coches eléctricos Tesla, Elon Musk.

También Larry Ellison, fundador de la firma de software Oracle, que hasta el momento era más bien el mejor ejemplo de los excesos que se pueden cometer con una fortuna en Silicon Valley: villas de lujo, un avión de combate privado como juguete y una isla.

Ahora Zuckerberg pasará a engrosar las filas de los grandes de Internet que intentan que sus hijos se críen con normalidad, como los de Steve Jobs, el cofundador de Apple, que iban a la escuela en el tren suburbano como todos los demás.

Zuckerberg ya demostró en el pasado que no duda en renunciar al dinero. Cuando tenía 20 años, el entonces jefe de Yahoo, Terry Semmel, le ofreció 1.000 millones de dólares por Facebook, que entonces estaba apenas empezando a crecer. Semmel estaba seguro de haber cerrado el trato, pero Zuckerberg dijo que no, y ahora tiene bastantes más millones para repartir de la herencia de Max.

Mientras que varios millonarios como Gates y su esposa Melinda elogiaron la decisión, otros, que no cuentan con tantos fondos en la cuenta bancaria, la ven con bastante más ironía. También ellos están dispuestos a donar toda la fortuna que exceda de los 450 millones de dólares, comentaron muchos en las redes sociales.

«Con el nacimiento de mi primer hijo me comprometí a donar el 99 por ciento de toda mi fortuna para todas las cosas que el niño necesita», bromeó la periodista neoyorquina Katie Rosman en Twitter.

Además, la carta abierta a la bebé es sobre todo un manifiesto de cómo ven la vida Mark Zuckerberg, su mujer y Silicon Valley. «Tenemos que crear tecnologías que hagan avanzar el cambio», señalan. «Tenemos que participar en la política, para contribuir a los debates», un mensaje más dirigido a la opinión pública que a su hija, aunque firmen «mamá y papá».

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