Por Juan Calles

Es sábado por la noche, llueve neciamente, el ruido constante y tenue de la llovizna no impide la excitación, en unos momentos salgo hacía TrovaRock, tocará Cuerpo y Alma, Caballo Loco y Jackie Nishtal. Pienso en la música, pienso en la historia, en los años transcurridos; siento que voy a un encuentro con el pasado que no me tocó vivir, pero que conozco y admiro con una admiración boquiabierta y curiosa. Unos viejos muchachos me enseñarán esta noche que es rockear, que es recorrer cuatro décadas con la guitarra al hombro, el pelo largo y una actitud honesta y sencilla que no permite dudas, estos son rockeros de verdad.

El metal bar, TrovaRock es un lugar cómodo y pensado para escuchar música y beber placenteramente, al fondo del lugar un pequeño escenario lleno de instrumentos y luces invita a la ilusión de ver a las bandas que convocan esta noche. TrovaRock es un buen lugar para encontrar a todos esos rockeros viejos y jóvenes que hablan de música y bandas, que beben cerveza y saben divertirse. Si te gusta el rock este es un buen lugar.

El lugar está lleno, muchos señores lucen canas y calvas orgullosas, les acompaña su familia, las señoras visten de negro y parecen recatadas, un tanto tímidas tal vez, en las pantallas se ven los pasos de baile de Bill Haley, Chuck Berry y por supuesto Elvis, la gente no para de entrar, los lugares se agotan, faltan quince minutos para las nueve.

Por una discreta puerta sale, guitarra en mano, Jacky Nishtal, camina hacia el escenario, nadie parece notar su presencia, las conversaciones continúan, el chocar de vasos, las carcajadas de mujer, el sonido de las chumpas de cuero negro, la cantante parece invisible. Rudy López de TrovaRock, hace la presentación inicial y las luces se dirigen hacia la cantante, ella sonríe, fija sus dedos en los trastes de la guitarra, al mismo tiempo rasguea con la otra mano y sobre el público cae un blues tenue como la llovizna que afuera moja las calles de Guatemala.

El blues que Jacky Nishtal interpreta es simple como un loop, hasta que anuncia Road house blues, un cover de The Doors, que deja al respetable satisfecho y lubricado para recibir a Cuerpo y Alma, el reloj ha marcado las diez de la noche.

Maco Luna es el primero en aparecer, se dirige al escenario cargando su guitarra y algunos cables, conecta, mira hacia el público, sonríe, quiero imaginar que en ese mismo segundo se ha transportado hacia 1970, no mira al público que está en TrovaRock, mira a un grupo de patojos y patojas que han llegado al salón Escorpión a escuchar son-rock, tiene una mirada en blanco y negro, una mirada psicodélica que lo transporta en el tiempo.

Ya toda la banda ha conectado sus instrumentos, están listos, se cruzan miradas afirmativas, el público está ansioso, ven a sus héroes musicales listos para la descarga, listos para el viaje interior, listos para volver a vivir, para volver a ser.

Inician el toque con “En la Frontera de la Pálida” una canción festiva que aborda un tema que no pocos comprenderán, “Todo por mezclar, se me fue la mano, ahora me arrepiento, demasiado tarde… Puedes engañar a cualquiera pero no puedes con la pálida”, cuando deciden empezar con esta rola están haciendo una declaración de principios, Cuerpo y Alma decide gritarle a los presentes, “¡Aquí vienen a romperse la madre, este es un toque de rock, diviértanse!” y el respetable, a gusto y consciente obedece los designios de la banda.

Artículo anteriorRobots, fotografías de Charlie Quezada
Artículo siguienteTe prometo cine