Por Carlos Alberto Cerda Gaitán

La obra «El desfiladero de las últimas horas» (Proyecto Editorial Los Zopilotes, Guatemala, 2015, pp. 1-81) puede provocar un viaje sublime en aguas de una literatura conectada con la originalidad creativa y con una realidad cifrada, conocida solo por los que respiran con cierta conciencia y por los que son indiferentes a los espejismos de este tiempo, sobre todo a los metálicos.
Se trata de una explosiva antología que ofrece una vista particular sobre esta región del mundo, porque la obra en sí no es igual a lo que el lector está acostumbrado a ver en las estanterías tradicionales (o en línea). Es un libro artesanal y excéntrico y, por lo mismo, expuesto seguramente al desdén de los convencionalistas locales, sin embargo, constituye una señal esperanzadora que confirma el auge de un movimiento literario alternativo en Centroamérica en la segunda década del siglo XXI, que está marcando un nuevo estilo.
Este libro representa un paso entre las montañas de la literatura tradicional, estrecho y de paredes escarpadas de indiferencia. Es una obra que se abre paso a punta de las flechas de la invención, es un ¡David que no teme a Goliat!

Una obra no ajena a la realidad

Esta antología reúne epigramas, relatos breves y poesía, entre otros géneros. El primer relato del libro es: «En los puteros también hay esperanza».
La literatura es hija del ingenio, integrada por las venas de lo fantástico y lo real, que se funden para recrear nuevos horizontes. Tzvetan Todorov (citado por Saganogo, s.d.), puntea este temática: «la literatura es imitación por el lenguaje, así como la pintura es imitación por la imagen. Específicamente, no es cualquier imitación, porque no se imitan las cosas reales sino las ficticias, que no necesitan haber existido» (p. 54).
En el prólogo de «El desfiladero de las últimas horas» se encuentra una pista de la conexión entre los textos y el mundo exterior: «En el camino por nuestra historia nos vamos encontrando una infinidad de cosas que nos llevan desde lo inverosímil hasta la realidad pura y descarnada».
Y para mostrar este puente entre lo real y lo irreal nada mejor que recurrir a un relato de la antología intitulado «Godzilla» (p. 56), que no voy a resumir en este artículo porque la literatura no se interpreta, se vive. Lo que es cierto, es que «la literatura no sólo refleja el mundo natural y el mundo interior o subjetivo del individuo, sino también la realidad social. Para ello se sirve del lenguaje, adquisición colectiva del hombre» (Llano de los Reyes, s.d., p. 35).
También esta antología muestra una expresión de sincretismo local: «Dicen que Maximón es el santo de las mujeres, hoy le pedí que regresaras conmigo, y quizá es porque te cuida que no quiere que volvás» (p. 55).
Lo anterior induce a considerar que este libro muestra fragmentos de situaciones no ajenas a la realidad local, sin embargo, constituye un todo literario capaz de superar fronteras y de desafiar estereotipos globales, desde la imaginación.

El libro en su dimensión física

Este libro, cosido a mano, está elaborado con material reciclado (papel de estraza) y no pasa desapercibido. La portada constituye una manifestación de arte visual. Hay que decir que esta obra observa una de las grandes máximas del diseño: «El diseño editorial persigue un fin forzoso: exhibir las ideas del autor, no al diseñador; y (…) eso se puede lograr con mucha belleza, variedad y dignidad» (De Buen, 2000, p. 12).
En lo particular, en virtud de mi déficit visual, encuentro difícil leer esta antología en horas de la noche, mi momento favorito para conversar con los autores, dado el contraste entre el papel y el color de la letra, pero ya la he devorado en el día en los momentos fecundos breves de la elemental rutina.
Coser los libros a mano es una práctica antigua y vigente. La encuadernación apareció en la época final del imperio romano y consistió en el cosido de pliegos y unas tapas fuertes para asegurar la conservación de las obras.
Hoy en día esta práctica aún despierta el interés de muchos, por ejemplo, la Universidad de Sevilla imparte el programa «Iniciación a la encuadernación artesanal» (2015), en el cual se enseña de forma práctica los modelos de encuadernaciones y las diferentes tipologías de cosido, entre otras temáticas.
También hay sitios electrónicos especializados que divulgan diversas técnicas para elaborar libros artesanales (por ejemplo: https://corazondpapel.wordpress.com/about/).
De manera que la obra «El desfiladero de las últimas horas» aparece en Guatemala, con mucha dignidad, en un contexto donde la literatura encuentra diversos vehículos para llegar a los lectores sedientos de nuevas letras.

Los autores

He dejado en este lugar la información de los autores que reúne esta antología porque la calidad del contenido de esta obra se sostiene por sí misma. Esta obra aglutina los trabajos de: Gergar punto del Cid, Rodrigo Hoffman, José Alonso, Eleonore Corzo, Saago de Longe, Stanislaw L. Klinefelter de Quincey IX, Andasolo, Benjamín Bandeira, Cide de Conqueabur y Esternocleida Mastoidea. El prólogo de la compilación está a cargo de C.B.C. ¿Camuflajes para que la obra valga por sí misma? ¡Antología seudónima!

Libro enlazado con un propósito superior

«El desfiladero de las últimas horas» es una obra con vitalidad que desafía, con ingenio y creatividad, las producciones literarias tradicionales de Centroamérica, en fondo y forma. Este libro anuncia la inquietud de un grupo de escritores capaces de creer que la literatura puede viajar a través de diferentes medios, y que no hay límite en ello. Este libro tiene algo especial porque es un esfuerzo que se enlaza con propósitos superiores: «Uno de los fines principales del desarrollo humano es la prosperidad social y cultural del individuo» (Estocolmo, 1998: «Conferencia intergubernamental sobre políticas culturales para el desarrollo»); navegue, pues, en las aguas de esta nueva producción literaria y descubrirá por qué se sostiene por sí misma. Recuerde: «El destino del mundo se esconde al final de una taza de té» (p. 77).

www.carloscerdaescritor.com

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