Por Salazar Ochoa
jsalazar@lahora.com.gt

Quizá usted alguna vez se haya visto sorprendido por una intervención callejera que lo sacó por breves instantes de la cotidianidad y le inyectó una mínima dosis de desconcierto, tal vez pudo esbozar una tímida sonrisa o bien fruncir el ceño y seguir presuroso a su trabajo para que su jefe le gritara o lo felicitara por alguna de sus obras. No importa cual haya sido su situación es muy probable que usted haya pasado a engrosar las filas del incontable número de víctimas que cada día sufren una invasión de su espacio visual a cargo de Pulido, un ingenioso estudiante de artes visuales de la Universidad de San Carlos que a veces decide mostrar su faceta de guerrillero urbano y plasmar en una pared de ciudad de Guatemala uno de sus peculiares lienzos.

El grafiti es hoy en día una de las manifestaciones más populares de las ciudades del mundo y aunque en algunas de ellas está tipificado como delito, ciudad de Guatemala se yergue como un pequeño paraíso lleno de espacios y posibilidades donde un amigo de las latas de spray puede gozar de ciertas cuotas de libertad. Pulido uno de los protagonistas de la escena local habla sobre los vericuetos de esta noble pero muchas veces vilipendiada expresión artística.

¿Cómo es que alguien de pronto incursiona en el mundo del grafiti?

Creo que es una decisión propia. Aquí en Guatemala y otros países uno va viendo grafitis en la calle y si le ponés atención vas viendo varias firmas que se repiten constantemente, si eso te gusta pensás “bueno yo también quiero que mi firma esté en todas partes. Empezás con los tags (firmas); la constancia hace que empecés a firmar por todos lados, luego pasas a las bombas (letras de relleno con líneas gorditas) y luego ya vas decidiendo qué querés hacer. Si lo tuyo son las piezas o los caracteres o te quedás con las bombas y los tags.

¿Cuánto tiempo te tomó atravesar esos procesos?

No sé exactamente, fue algo bastante rápido porque me salté el paso por las bombas. Empecé con los tags y luego pasé a hacer caracteres. Creo que habrá sido un proceso de 5 meses aproximadamente. Debo mencionar que como me salté el paso de las bombas no tenía tanta fluidez para manejar el aerosol.

¿Por qué decidiste saltar esa etapa, Pulido no regresó allí para pulir la técnica?

Nunca me llamaron la atención esas letras. De hecho sí, ahora hago bombas pero es porque cuando miro cada lugar voy pensando qué puedo hacer y si ves un buen espacio pero sabés que no te va a dar tiempo de hacer algo elaborado pensás en que en ese lugar te sería más útil para hacer una bomba.

¿Qué hay detrás de la obra de Pulido?

Me gusta sacar a la gente de su contexto. En Guatemala estamos acostumbrados a una vida muy rutinaria y estamos saturados de publicidad en la calle. Publicidad supuestamente agradable porque si cumple ese requisito entonces nos van a vender el producto. Me gusta romper con esa idea de estar agradando a la gente sino más bien fastidiarla un poco, sacar de su mente esa idea trillada de que todo tiene que ser bonito, que todo tiene que ser políticamente correcto o que tiene que ser estético. Busco perturbar a la gente para sacarla de su zona de confort.

También la apreciación depende del público y de la capacidad de tolerancia o conocimiento que tenga. La gente que estudia arte no lo va a ver igual que alguien que nunca ha ido a una galería y está acostumbrado a ver la televisión y el periódico. Son distintos diálogos los que establezco según el tipo de personas que se encuentren con mis trabajos, hay colores, una estética, una composición y un mensaje. Cuando vos ves los grafitis de alguna manera te llaman la atención con respecto a lo que usualmente se puede apreciar en la ciudad.

¿Cómo ves la escena de grafiti local?

En realidad estoy muy desconectado aunque he visto a través de Facebook que la escena ha crecido bastante y cada vez más jóvenes están participando en el grafiti porque considero que en Guatemala es bastante fácil pintar, no hay tanto problema con la policía y si alguna vez llegan mientras estás pintando, no son tan rigurosos y lo más que hacen es sacarte del lugar o incluso a veces te dejan seguir pintando, no pasa mayor cosa. Aquí no es como en otros países que el grafiti si está considerado como un delito y si te agarran pintando, pues te llevan a la cárcel. Aquí el grafiti está considerado como una falta y por algo así no te llevan preso, simplemente toman tus datos personales y si el dueño de la propiedad entabla una demanda tendrías que pagar una multa y hacer trabajo comunitario, sin embargo nunca hay una parte demandante porque generalmente usamos paredes abandonadas entonces no hay procesos legales que puedan perjudicarnos.

La comezón por el arte y la academia… ¿Eso cómo surgió?

Primero empecé pintando y luego me metí a la Escuela Superior de Arte de la Usac. Fue por querer nutrir más lo que venía haciendo y buscar un conocimiento para poder hacer algo mejor. Perfeccionar mi técnica en el grafiti me trajo a la academia. Ahora ambas facetas se corresponden y se nutren una de la otra, van muy de la mano.

En la escuela trabajo técnicas clásicas como óleo, acuarela, lápiz y acrílico. A través de otras clases teóricas llegué a pensar en que cualquier cosa que plasme o haga tenga un significado más allá de hacerlo por hacerlo sino que tenga un mensaje relevante o que tenga sustancia para expresar algo.

¿Tenés algún tipo de fijación con las moscas?

¿Por qué las moscas? (se ríe). Tiene que ver más con el significado social que estos insectos tienen. La gente tiene la idea de que son algo asqueroso y siempre están en lugares putrefactos y nefastos. Quiero incluirlas en toda la ciudad y decir que están allí porque este ambiente es putrefacto y nefasto; mezclo las moscas con las chicas porque nuestra sociedad es muy machista y generalmente se ve a la mujer como un signo de belleza, busco un contraste entre lo que nosotros pensamos que es la sociedad, jugar con el concepto de la idealización.

Quiero crear en la gente esa incógnita, una perturbación en su vida diaria.

¿Esa perturbación es hacia una dirección específica o simplemente querés perturbarlos?

No, es para que la gente piense. En Guatemala estamos muy acostumbrados a que nos den todo ya totalmente descifrado, digerido. Es como si necesitaras que siempre te expliquen algo para comprenderlo, entonces dónde quedó eso de que uno mira las cosas y saca su propia versión o intenta descifrarlo por sus propios medios. Me molesta mucho cuando la gente me pregunta que significan mis obras y digo: si la obra está en la calle y no tiene ninguna ficha técnica o ninguna descripción es para que vos pensés y descifrés qué significa o hallés tu propia versión de lo que es, por qué esperar a la respuesta de alguien más si vos también tenés la capacidad de pensar, analizar y sacar tus conclusiones.

¿Tenés inconvenientes con manejar tu identidad tal cual?

No me gusta manejar el anonimato. Hago lo que hago y no me interesa si la gente me mira o no. Es algo totalmente irrelevante.

“Me gusta sacar a la gente de su contexto. En Guatemala estamos acostumbrados a una vida muy rutinaria y estamos saturados de publicidad en la calle.”


Puede conocer más sobre la obra de Pulido visitando su página web: pulido2y2.tk

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