Por Edgar H. Carpio Rezzio*

Dentro de las actividades de feria se realizan festivales gastronómicos, eventos culturales y deportivos, coronación de la reina de la feria, bailes de salón, y todo lo relacionado con juegos de feria, haciendo de ésta una de las más grandes y tradicionales del departamento de Guatemala, siendo además la única en la que se efectúa una procesión acuática, misma que fue declarada Patrimonio Cultural Intangible por Acuerdo Gubernativo en el año 2008.

El turismo local, es atraído por la presencia del lago y la comida tradicional del lugar, que incluye dulces y conservas, se ve incrementado grandemente durante la Feria de Amatitlán.

El comercio que se genera es impresionante pues llegan vendedores de mercancías diversas desde muchos puntos de la república. Aquí se puede encontrar cerámica tradicional, ropa, artesanías, discos y películas piratas e incluso aparatos de telefonía celular, sin contar los innumerables puestos de comida y bebida además de los infaltables juegos mecánicos.

Durante el recorrido procesional de los últimos años, tanto en tierra firme como en el lago, se contó con la posibilidad de hacer presencia para tomar datos, fotografías, video y efectuar observación participante. Así se pudo establecer que la procesión recorre importantes zonas arqueológicas en la ribera sur del lago de Amatitlán, como el área denominada El Salitre, donde se encuentra el sitio Contreras, del cual solamente se cuenta con dos montículos en la actualidad.

Sin embargo, la silla de piedra donde se coloca al Niño de Amatitlán, constituye una formación natural que se orienta directamente hacia el sitio Mejicanos, cuya extensión completa solo puede ser apreciada desde este punto, lo que sugiere algún tipo de relación de carácter estratégico, con la formación rocosa de la silla. El sitio se puede observar desde la playa sur del lago hasta la parte más alta de los cerros sobre los que se ubica y se extiende horizontalmente por más de un kilómetro. La vista resulta imponente y mueve a pensar en la forma que pudo apreciarse el asentamiento desde este punto situado en la ribera norte del lago y el control que este pudo ejercer sobre el lago y sus alrededores.

Por otro lado, la silla de piedra tiene una correspondiente en la parte alta de Mejicanos. Dicha silla cuenta con un petroglifo de aspecto zoomorfo en la parte del respaldo. Al parecer se trata de un simio, aunque no se ha podido establecer con certeza.

Puede tratarse de una mera coincidencia que la procesión acuática del Niño de Amatitlán, establecida desde mediados de los cuarenta del siglo XX, concluya en un lugar desde el cual se tiene una vista panorámica del sitio Mejicanos. No obstante, se considera que el punto específico tuvo una relación estrecha con el sitio durante la época prehispánica y que la navegación a través del lago fuera una actividad de mucha importancia para los habitantes de Mejicanos. La bahía que se encuentra a la izquierda de la silla del Niño conecta con los sitios importantes de Villa Nueva como Taltic y El Frutal, ambos en ruta hacia el corazón del Valle de Guatemala y por lo tanto a Kaminaljuyu (Alvarado 2008)

La mayoría de las ofrendas cerámicas relacionadas con el sitio durante el Clásico Temprano, fueron depositadas en el lago desde la ribera sur, la cual se encuentra frente al sitio (véase Mata y Medrano 2011). Muchos de los monumentos escultóricos y arte rupestre de Mejicanos parecen estar orientados con relación al lago, un dato que resulta interesante para reforzar la propuesta de la posición estratégica de este con respecto al rasgo geofísico.

A pesar del constante incremento poblacional en Amatitlán, generado por la proliferación de complejos habitacionales, y de la actividad industrial que ocurre en la parte oeste del municipio, la tradicional Ferial de la Cruz y la veneración del Niño de Amatitlán, constituyen los referentes más fuertes de la identidad amatitlaneca. A esto es necesario sumar su pasado colonial, en el que fue fundamental la producción azucarera, cuyos remanentes aún se aprecian en algunas fincas y por último la amplia ocupación prehispánica de gran importancia como lo revelan los numerosos vestigios arqueológicos con que cuenta Amatitlán.

*Dr. en Estudios Mesoamericanos, Escuela de Historia USAC

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