Todos los niños merecen la oportunidad de desarrollar todo su potencial de salud y llevar una vida plena. Foto la hora: AP

Alfonso Mata

No es porque lo mande la ley, es porque así lo dicta la naturaleza y la persona humana: Todos los niños merecen la oportunidad de desarrollar todo su potencial de salud y llevar una vida plena. El futuro de él, de los suyos y de nuestra nación depende de ello. Sin embargo, hay en estos momentos viviendo y desarrollándose en nuestro medio, miles de niños a quienes prácticamente no se les permite esta oportunidad desde su nacimiento hasta hoy y con un futuro en que este no la tienen claro.

Pero hay hechos que resultan paradójicos y de mal entendimiento: mientras gasta el sistema de salud una cantidad récord de dinero en servicios de atención médica pues es en eso en que lo gasta, la peor tasa de morbilidad y mortalidad infantil del mundo latinoamericano y una de las más altas del mundo la tenemos y aunque no podemos decir que seamos un país de los más ricos del mundo si lo es de este continente, pero la desigualdad de distribución y atención, es de las mayores también del mundo. Miles de niños viven en familias con ingresos anuales por debajo de la línea de pobreza y otros miles están viviendo en pobreza profunda.

Y todo lo anterior en que desemboca
En un futuro aterrador para muchos. La pobreza es algo profundamente preocupante, porque la pobreza durante el embarazo y la infancia, está directamente relacionada con la mala salud y los resultados del mal desarrollo de nuestra nación. Las disparidades en salud, de las cuales hay muchas, están directamente relacionadas con lo que ocurre en nuestra epidemiología nacional desde la primera infancia y prenatalmente (e incluso antes).

En segundo lugar, no puede existir democracia, ni siquiera un concepto moderno de nación, dentro de un estilo y calidad de vida que se sumerge dentro de niveles de pobreza de tal magnitud. Democracia y nación necesitan que la gente piense más allá de la sobrevivencia y eso dentro de los ámbitos de la pobreza no es posible y por consiguiente al no existir democracia y nación no existe salud. La mitad de la nación dentro de un círculo perverso de desigualdad.

Para todos, especialmente los niños, para llevar una vida plena, primero debemos lograr la equidad en salud como una nación sea conceptualizada y descanse dentro de una equidad e igualdad de ciudadanía no se puede hablar de salud sin verlo en todos los aspectos la equidad, solo entonces la salud el sistema podrá hacerlo, debidamente enfocado en los más jóvenes y más vulnerables de nuestra nación. También debemos mirar más allá de la atención médica en busca de soluciones; mientras que la atención médica es necesaria para mejorar los resultados de salud, la atención por sí sola no abordará las inequidades en salud.

Qué debemos evaluar
Nuestro pensamiento al respecto debe ser amplio: El ecosistema de salud de un niño está influenciado por factores sociales, económicos, culturales y ambientales que afectan el desarrollo saludable y el bienestar. Una multitud de factores, desde el nivel macro al micro, contribuyen a las trayectorias de salud divergentes que experimentan los niños.

Nuestro pensamiento debe estar bien situado: Estas influencias comienzan antes del nacimiento y tienen un impacto a lo largo de la vida de un individuo y a través de generaciones. La exposición a influencias positivas aumenta constante y longitudinalmente la probabilidad de producción de salud, mientras que la exposición a influencias negativas disminuye las oportunidades de salud.

Nuestro pensamiento debe analizar lugares y tiempos: El momento de estas exposiciones positivas y negativas en la vida también es importante: desde el período prenatal hasta la primera infancia es uno de los momentos más delicados para que los niños vayan por el camino correcto para alcanzar su máximo potencial de salud. Las disparidades de salud de por vida y multigeneracionales, son el resultado de que los niños de este grupo de edad crítica no tengan acceso a oportunidades positivas (como cuidado y educación temprana de alta calidad, vivienda estable y segura y alimentos saludables) que promueven la salud combinada con una preponderancia de influencias negativas que dañan las trayectorias de salud.

Entonces tampoco se trata de atender a los niños particularmente: La salud de los niños está indisolublemente vinculada a la salud familiar y comunitaria. Para muchas comunidades, las brechas de disparidad en la salud de la población se están ampliando y las de otros elementos de su vida diaria también como la educación, el trabajo, el saneamiento ambiental. Las desventajas persistentes y aditivas y la adversidad temprana, contribuyen de manera significativa a la ampliación de las brechas. Las injusticias históricas del pasado, como las leyes, privilegios, etc , continúan afectando a los niños debido a las injusticias estructurales implementadas en el pasado que persisten en la actualidad y continúan creando barreras para la salud de quienes viven en contextos que socavan sus oportunidades. Debemos tener claro que todos esos factores han provocado disparidades de salud persistentes en la niñez y eso significa durante toda la vida para muchos. Las comunidades afectadas no solo tienen tasas mucho más altas de nacimientos prematuros, mortalidad infantil, y exposición a experiencias adversas de la niñez, por nombrar solo algunas, sino en su vida adulta desarrollan enfermedades crónicas (por ejemplo, diabetes). Y a eso se suma un deterioro de su salud mental y de oportunidades de todo su potencial biológico, social y psicológico a lo largo de toda su vida.

Es pues todo tipo de estrés en la vida temprana: social, biológico, Psicológico y ambiental que afecta la salud a lo largo de toda la vida. Son las vías por las cuales se desarrollan y persisten las disparidades en la salud y en estilos y modos de vida, las que condicionan una hoja de ruta que determinan al final las trayectorias positivas de salud.

Qué tenemos positivo
Los descubrimientos científicos. Desde la década de los cincuenta, estos han construido una base sólida de evidencia sobre los impactos positivos y negativos en las trayectorias de salud de los niños, de las madres y aun de la clase trabajadora pobre. Ahora es el momento de aplicar y hacer avanzar la ciencia, para trazar un curso de acción para que todos los niños vuelvan a encaminarse hacia la salud. Como decían los viejos maestros, revisar la evidencia científica debe ser una acción que debe ir debidamente acompañada en cómo traducir la mejor ciencia en acción para impactar positivamente la salud durante la primera infancia. Los profesionales de la salud y las universidades deben esforzarse por cerrar la desconexión entre la evidencia y la práctica. Si bien algunas pruebas científicas han sentado las bases para prácticas, políticas y soluciones de sistemas viables, otros hallazgos científicos emergentes deben montarse y estar listos para futuras investigaciones y soluciones.

Debemos también estar conscientes que lograr y mantener la equidad en salud es un objetivo a largo plazo con muchas estrategias y tácticas interrelacionadas. El arte del buen funcionario de salud, está en separar intervenciones, algunas pueden ser factible implementarlas más rápidamente por un grupo focalizado de acciones, mientras que otras pueden llevar más tiempo y requerirán un amplio apoyo de muchos actores diferentes en todos los niveles de la sociedad. La equidad en salud, es un objetivo a largo plazo con muchas estrategias interrelacionadas y compromisos y alta participación.

Pero no menos importante: Estrategias multinivel y multiprofesional, enfocadas a la prevención, la detección temprana, la remisión y la mitigación son necesarias para ganar impulso hacia el logro de la equidad en salud. Estas estrategias implican intervenir a nivel de políticas, sistemas y programas; esto, en última instancia, requiere un esfuerzo concertado de la nación para distribuir los recursos donde se necesiten y cambiar las políticas para alinearlas mejor con la ciencia y la evidencia.

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