Por Alfonso Mata

“El juego bonito” practicado por millones de personas en todo el planeta, es quizá una de las diversiones y entretenimientos más populares, lo cual no quiere decir que no tenga sus riesgos y de eso vamos hablar en este artículo.

La semana pasada, en un comunicado, la FIFA criticaba una investigación que demostraba que las lesiones del cerebro secundario a cabezazos, pueden afectar al muchacho y muchacha que practica este deporte.

¿Qué sabemos de esto?

El balón de fútbol pesa unos 450 gramos y se desplaza a una velocidad de entre 50 y 80 km por hora. Gracias a la energía causada por la velocidad, es que te encuentras con un peso muchas veces mayor cuando cabeceas. Si se considera que un jugador golpea la cabeza de la bola en promedio 5 veces por partido (5-12), y hasta más de 250 durante los juegos de una temporada, no es sorprendente que a la larga, pueden sufrir daño cerebral y dificultades cognitivas. Bueno este razonamiento abre la hipótesis de posibles lecciones tanto de tipo temprano como tardío.

¿Qué conocemos?

Estudios previos realizados con jugadores y practicantes de fútbol, han encontrado que los cabezazos directos o indirectos son responsables del 31% al 37% de las conmociones cerebrales relacionadas con el fútbol juvenil. Los estudios han medido las aceleraciones y las fuerzas relacionadas con los cabezazos y han implicado esos choques en el fútbol como causa de deficiencias neurocognitivas, neuropsicológicas o de control postural. Otros estudios recientes, han informado de una asociación con anomalías microestructurales y cognitivas de la sustancia blanca.

El uso de la cabeza, parece ser la actividad más frecuentemente asociada con contusiones de fútbol, pero la prohibición del deporte, no puede ser la mejor respuesta para reducir las conmociones. Hasta la fecha, ningún estudio parece haber explorado las tendencias de las conmociones cerebrales relacionadas con el rendimiento de la escuela o la universidad o a lo largo del tiempo durante la vida adulta, en los y las practicantes de fútbol y sus lesiones.

Si por ejemplo, usted tiene la intención de convertirse en jugador, no tome a la ligera que los porteros están libres de peligro. Lo cierto es que cada vez más, llegan hipótesis confirmadas de posibles lesiones en la cabeza relacionados con repetidos golpes en la misma que los jugadores tienen durante los partidos y entrenamientos.

¿Qué muestran los estudios?

Actualmente un estudio publicado en la revista Neurology y llevado a cabo desde el Albert Einstein College of Medicine de Nueva York encontró que los jugadores que golpean la pelota con la cabeza con frecuencia, muestran tres veces mayor probabilidad de tener síntomas de conmoción cerebral craneales que los que golpean con menos frecuencia con la cabeza. Los médicos preguntaron a los jugadores con qué frecuencia sintieron los síntomas de conmoción cerebral moderada (dolor de cabeza, mareos), grave (aturdimiento) o muy grave (pérdida de conocimiento). Los datos indican que al menos 20 por ciento de los jugadores ha sentido síntomas de moderados a graves.

Otra investigación encabezada por el grupo de Dawn Comstock de la Escuela de Salud Pública de Colorado “Aurora” analizó los datos estacionales entre 2005 y 2014: El objetivo era examinar cuáles eran las variaciones temporales de la frecuencia de las conmociones cerebrales, tratando de comprender los mecanismos y las actividades de riesgo específico que se tienen en el fútbol. Lo que encontraron en ese período de tiempo es que entre las chicas se habían registrado 627 conmociones cerebrales en más de 1.4 millones partidos realizados, con una tasa de 4.5 lesiones por cada 10 mil exposiciones. Entre los chicos, sin embargo, la tasa de lesiones en la cabeza era de 2.78 por cada 10 mil exposiciones. El estudio muestra que la forma más común de obtener una lesión en la cabeza es el contacto entre dos o más jugadores, aunque el mayor riesgo específico del futbol es el cabezazo. En términos de prevención en el campo de lesiones en la cabeza, es poco probable poder evitar golpear la cabeza con la bola y el contacto entre los jugadores, esta prohibición no se asocia al esfuerzo para reducir el contacto entre los atletas durante el partido.

Aunque existe una gran cantidad de evidencia sobre los efectos a corto plazo de la lesión craneal en términos tanto de síntomas como de patología, hay relativamente poca evidencia sobre los efectos a largo plazo de un trauma único o repetido. Recientemente, la encefalopatía traumática crónica -definida por la ocurrencia de lesiones cerebrales traumáticas leves repetitivas- ha sido descrita y puesta en escena como una entidad neuropatológica.

La revista “The Lancet Neurology” publicó un editorial que exige una mayor atención al problema de trastornos neurológicos por conmociones cerebrales asociados a repetidas experiencias de muchos jugadores de fútbol durante su carrera. «La conmoción cerebral es una lesión cerebral traumática (TBI) más común en el deporte, y los efectos a largo plazo del trauma repetitivo, pueden conducir a la demencia, esclerosis lateral amiotrófica u otros trastornos neurológicos», explican los editores de The Lancet.

«Lo que preocupa más es que incluso si los síntomas del trauma tardan en surgir, o aparecen y desaparecen rápidamente, el resultado neurológico puede no ser descubierto. Y esto puede conducir a que jugadores como el defensa uruguayo Álvaro Pereira durante la Copa Mundial de la FIFA 2014, puedan hacer caso omiso de los consejos de los médicos y vuelven a jugar después de una conmoción cerebral».

Dolores de cabeza y mareos, pueden durar semanas o meses después de una lesión cerebral traumática. El daño neurológico causado por esta acumulación de las conmociones cerebrales que ya han sido probados de manera científica en los boxeadores, en los que incluso fue introducido expresión ad hoc: la demencia pugilística. En términos técnicos hablamos de encefalopatía traumática crónica (CTE), postmortem, identificada en atletas profesionales de diferentes disciplinas deportivas. «Por tanto, sería conveniente que la decisión de volver al campo después de una conmoción cerebral fuera tomada por el personal de salud, y no quede en las manos del atleta o cualquier persona que tenga un interés en verlo jugar».

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