Los montañeses longevos de la Europa y América del Sur unánimes: comunicación y estado marital, necesarios para la longevidad y añaden en una metáfora su nostalgia «¡Si la juventud supiera, si la vejez pudiera!«. Una anciana también explicó la longevidad como “es un viaje a un país desconocido que debe hacerse sonriente o se le llena de espinas” y añadió “El respeto y reverencia por los ancianos es cosa de familia, es cosa que da vida”.

 

Satisfacción marital

No cabe duda que el matrimonio es la relación central para la mayoría de los adultos y de muchos efectos positivos. Las personas casadas tienen tasas más bajas de cáncer, ataque cardíaco y cirugía, y viven más y mejor, que las personas solteras. Sin embargo, estar casado no necesariamente protege la salud porque un matrimonio con problemas, es en sí mismo una fuente principal de estrés y también puede limitar la capacidad de la pareja para buscar apoyo en otras relaciones. De tal manera que, en una relación marital, tanto los efectos positivos como los negativos se acumulan con el tiempo. Las redes sociales de las personas disminuyen con la edad, y los adultos mayores son más vulnerables que los adultos más jóvenes, a las relaciones maritales problemáticas.

Son varios los estudios que han demostrado una asociación entre la calidad marital y la salud cardiovascular; esta influencia es más fuerte para las mujeres que para los hombres. La discordia marital también se asocia con la depresión, una asociación que es claramente bidireccional. Existe evidencia –al menos es lo que manifiestan las personas cuando se les pregunta- que los efectos de una experiencia marital negativa en el estado de salud de las personas, aumentan a medida que envejecen. Pero también los datos de comportamiento observados, han ayudado a los investigadores a comprender cómo la calidad del matrimonio, puede influir en la salud, explicar las diferencias entre las personas y predecir mejor los resultados, y esos datos brindan medidas más objetivas, que los datos de los informes personales llamados autoinformes. Los comportamientos negativos, como el abuso psicológico, la hostilidad y la retirada de la interacción, están estrechamente relacionados con cambios fisiológicos con la edad, perjudiciales. Por ejemplo, se ha encontrado en personas de la tercera edad, que los cambios químicos en la sangre que ocurren durante las interacciones angustiosas, persisten durante muchas horas después de que finaliza la interacción. La hostilidad y otros comportamientos negativos, pueden retardar la cicatrización de heridas y contribuir a la depresión, las respuestas de estrés emocional y otros resultados perjudiciales para la salud de la persona que recibe el comportamiento negativo. Los malos comportamientos de salud, a su vez, promueven la inflamación, que se asocia con numerosas enfermedades.

 

La investigación también muestra que los comportamientos maritales son «sorprendentemente consistentes» y eso aumenta notablemente con el tiempo en ambos y, por consiguiente, es muy difícil que intervenciones como la consejería tengan un impacto duradero, en un mal matrimonio. Aún se hacen necesarias más investigaciones y una exploración mayor sobre todo ello y sobre las diferencias interculturales y de generaciones entre las personas casadas y la integración de datos de observación cualitativa sobre matrimonios seguidos a largo plazo. Es muy posible que en ello jueguen papel importante creencias y capacidades y que en ello la respuesta de las nuevas generaciones tenga un efecto diferente que el que tuvo en las de sus predecesores.

Logro educativo

Hay que partir de algo: las fuentes de evidencia sobre las conexiones entre educación y salud son variadas. Algunos ensayos aleatorios han establecido los beneficios de la educación en la primera infancia, sin embrago -muchos creen que por deficiencia de los estudios- hasta la fecha, el logro educativo sobre los resultados de salud, generalmente muestran tamaños de efecto pequeños. El popular enfoque de trabajar con gemelos, generalmente ha mostrado correlaciones más bajas entre los años de escolaridad y los resultados posteriores, un resultado que ha desconcertado a los observadores.

Educación desde la niñez. Arte realizado por Esteban Cardona.

La investigación observacional siguiendo a las personas por años, ha señalado posibles mecanismos y mediadores de los efectos de la educación en salud en edades más avanzadas. Por ejemplo, la educación se asocia con tasas más lentas de pérdida cognitiva o un riesgo reducido de demencia en la vejez. Sin embargo, los efectos de la educación parecen ser más fuertes para las enfermedades que se pueden prevenir, como las relacionadas con el tabaquismo y el alcoholismo, aunque existen desafíos para establecer las relaciones causales de estos resultados. Un gran problema lo da el sesgo de supervivencia. Debido a que la mortalidad es más alta en todas las edades entre las personas con bajos niveles educativos, aquellos que viven para ser estudiados como adultos mayores tienden a ser más “duros” que el grupo más grande de sobrevivientes con altos niveles educativos. Incluso si la resistencia no está inicialmente relacionada con el logro educativo, las tasas de supervivencia selectiva podrían sesgar las estimaciones del efecto de la educación sobre la supervivencia. Este sesgo puede estar presente no solo en las tasas de mortalidad, sino también para otros eventos de salud como la longevidad.

Decíamos arriba que la investigación ha identificado posibles mecanismos por los cuales el logro educativo puede influir en la salud y el envejecimiento. Los factores materiales, como los ingresos, los riesgos laborales y ambientales y el acceso a los servicios médicos y sociales, están todos asociados con el nivel de educación y tienen implicaciones para la salud. También se ha señalado que los cambios biológicos asociados con la educación, parecen ser protectores. Los entornos enriquecidos con trabajo mental, conducen al desarrollo de circuitos neuronales más complejos, conexiones sinápticas más densas y complejas y una mayor neuroplasticidad. La educación también se ha propuesto que asocia con una «carga alostática acumulativa» reducida, que es el desgaste fisiológico a largo plazo asociado con el estrés crónico.

 

Es difícil rastrear las interacciones de la educación y entre una amplia gama de rasgos psicosociales y conductuales a lo largo del curso de la vida, incluidos el capital social y la proximidad a personas educadas, la resolución de problemas, los comportamientos saludables, la conciencia, el compromiso cognitivo, y la educación y la salud. Un desafío es medir la calidad de la educación. Otro es identificar los puntos críticos del ciclo de vida en los que la educación puede desempeñar un papel particularmente importante para la salud. También se necesita investigar qué mediadores son más maleables; el papel del género, la raza y las diferencias culturales; y si los efectos de la educación en la salud son específicos a resultados de salud particulares.

 

 

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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