Pero los últimos mensajes llegados desde Washington indican que el mismo Trump y su administración ven con preocupación los intentos de adueñarse por completo de la institucionalidad del país. Foto La Hora/AP

Muchos de los “dichos” más comunes en el pasado han caído en desuso y son desconocidos para la población, pero aquello de que unos en la pena y otros en la pepena sigue siendo tan cierto como cuando lo repetían los abuelos de los abuelos. Y lo vemos ahora, cuando las lluvias se extienden por todo un país altamente vulnerable ante los fenómenos naturales, por el descuido que hemos tenido con el medio ambiente, y muchos temen por sus vidas y escasas posesiones, mientras que en el mundo de la política los que están empeñados en la total captura del Estado aceleran el paso para consolidar sus posiciones y se aprovechan que parte de la ciudadanía está muy ocupada por la tormenta tropical y el resto preocupada por la incertidumbre que genera el lento proceso de cómputo de votos en los Estados Unidos.

Los que no descansan, ni en el gobierno, ni en el Congreso, ni en la Corte Suprema de Justicia, tienen claro qué es lo que quieren y cómo lo pueden lograr, por lo que estos ratos de distracción ciudadana les caen como anillo al dedo para mover rápidamente sus piezas a fin de consolidar sus posiciones en busca de la impunidad absoluta, meta final que desde hace un par de años se viene trabajando con ahínco y dedicación.

A la hora de escribir este editorial la elección norteamericana es aún una moneda lanzada al aire y no sabemos si caerá cara o cruz. Lo que se ve es que los efectos de la división política radicalizada desde la Casa Blanca tendrán consecuencias pase lo que pase porque las agencias noticiosas reportan ya las primeras muestras de radicalismos que pueden llevar a enfrentamientos más serios de los que cualquiera pudiera suponer en una Nación que se burla del carácter bananero de otras repúblicas, en las que no se respeta el tenor de la ley sino que se actúa de conformidad con el gusto o el capricho de quienes gobiernan.

Es obvio que una elección en Estados Unidos tiene repercusiones en países como el nuestro y por ello el interés y hasta esa fijación para seguir los resultados tiene un sólido fundamento. Pero los últimos mensajes llegados desde Washington indican que el mismo Trump y su administración ven con preocupación ese avance desmedido (alentado por ellos, desde luego) de quienes pretenden adueñarse por completo de la institucionalidad en el país. Y no porque les preocupe mucho Guatemala, sino porque entienden mejor que nosotros la relación directa que hay entre corrupción, pobreza y migración.

Redacción La Hora

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