Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Oscar Clemente Marroquín
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Un poderoso huracán categoría 4, nombrado Eta (como el grupo independentista del país Vasco que sembró tanto terror en España) llegó hoy a las costas de Nicaragua y en su lenta trayectoria se espera que, con menor intensidad pero con enorme cantidad de lluvias, se dirija a Honduras y luego al territorio guatemalteco. El fenómeno se formó en el Caribe y a diferencia de otros que surgen en esa misma región, tomó curso hacia el Oeste en vez de subir hacia las calurosas aguas del Golfo de México, evitando así el rumbo casi normal de los que llegan a costas norteamericanas.

Dadas las condiciones de precariedad que hay en muchas de las poblaciones de Guatemala, el riesgo de fatales deslaves es muy alto y Conred será puesta a prueba porque tiene dos o tres días para preparar a la gente y evacuar los lugares que presentan mayor peligro. El recuerdo de Mitch, de Stan y Agatha, tormentas que hicieron daños serios en Guatemala, vuelve a presentarse ahora ante Eta que, como Mitch, puede tener tan lento movimiento que sus lluvias harían verdaderos estragos. La necesidad de que esta vez Conred sí funcione con medidas de prevención es obvia y, además, pareciera que tendrían tiempo de llegar hasta a las comunidades más remotas.

No deja de ser una paradoja que esta nueva tormenta, posiblemente la última de la actual temporada de huracanes, prefiriera quedarse en Centroamérica en vez de desplazarse a Norteamérica como ocurre con más frecuencia. Y eso hace pensar que la situación en Estados Unidos se muestra tan convulsa y compleja que hasta los huracanes prefieren permanecer al margen de lo que se vislumbra ya como el período más difícil, complejo y peligroso de toda la historia de ese país que se presenta ante el mundo como el mejor modelo de democracia existente. Y ello no obstante que allá el ciudadano no elige directamente a su presidente, sino que vota por un montón de “notables”, según el criterio de los llamados padres de la República.

Todas las elecciones norteamericanas son importantes por el papel que tiene ese país en la política, en la economía y en la estabilidad de todo el mundo. Pero ésta es por mucho la que más interés despierta, no sólo entre los países dictatoriales que han metido su cuchara en la elección de las formas más diversas, sino también entre los históricos aliados de Washington que desde hace ya casi cuatro años han visto el cambio de tono y de postura en las decisiones norteamericanas.

En el año 2000, cuando en Florida se decidió la elección de Bush luego de que la Corte Suprema de Justicia dejó silbando en la loma a Gore, se habló por primera vez de que las elecciones en EUA parecían las de una República Bananera. Lejos estaban de imaginar que veinte años después sí tendrían realmente elecciones de República Bananera, con Presidente que se niega a reconocer el resultado electoral si no es a su favor y que ya dice que la Corte Suprema de Justicia terminará decidiendo aún sobre lo que decida el pueblo. Es tan confusa la situación de hoy en Estados Unidos que, simbólicamente, ni el Huracán Eta quiso llegar a sus costas.

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