Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

El chapín es trabajador, echador de punta, soñador, pero en el plano social caemos muy fácilmente en la generalización. Célebre es aquel chiste en el que están dos amigos y uno de ellos dice al otro, vos en la zona 5 solo viven, prostitutas y futbolistas y el otro le contesta, vos ahí vive mi mamá y al darse cuenta que la voló con la generalizada, le dice “¿y en qué equipo juega la señora vos?”.

En Guatemala, a la mayoría de los que entendemos el problema y queremos cambios al sistema para que existan mejores oportunidades para todos, se nos dice “chairos”. Mucha gente se queja que “solo por oponerse a la CICIG se les decía corruptos”, pero yo nunca he pensado que solo por eso alguien sea corrupto.

Ahora bien, quien se oponía al ente internacional, a las actuaciones del Ministerio Público (MP) pero no hablaba de los vicios del sistema, no condena los eternos negocios, añora la cooptación de cortes, el tráfico de influencias y cree que el financiamiento mal hecho es el mejor acceso al poder, entonces esos sin son aquellos que desean vivir en el reinado de impunidad y de esos hay chorros en el país.

Pero hago todo este preámbulo porque seguramente los que ven chairos hasta en la sopa ahora dirán que Donald J. Trump se convirtió en uno de ellos porque ha crucificado a los operadores de la corrupción de este país. Gustavo y Felipe Alejos, Blanca Stalling, Alejandro Sinibaldi, Delia Bac se han ganado la nominación del Departamento de Estado por sus innumerables actos de corrupción.

Si esto hubiera pasado bajo un mandato demócrata, dirían que son los socialistas los que están “vengando” a los corruptos, pero cuando lo hace el Gobierno de quien estiman como el más importante representante de la derecha del mundo (aunque más que derecha es un populismo corporativo), se les acaban los argumentos.

Trump ayudó a escabecharse a la CICIG porque sacó lo que quería del Gobierno de Morales al tenerlo como una alfombra barata en la entrada de la casa, pero luego de haber usado al expresidente, se empezaron a dar cuenta que todo lo que llegaron a vender de la lucha contra la corrupción no era como lo pintaron y confirmaron que lo que buscaban en Guatemala era poder robar a manos llenas, financiar en paz y poder gozar los frutos de la corrupción sin sobresaltos.

Todos los que “alegan soberanía” guardaron silencio con el recado a Alejos, el mismo silencio que con el caso de Benito (y eso que no fue en “fin de semana” como expresaron), porque saben que a “papa Donald” se le cuadran. Trump es un político que usa el poder a su antojo, sin límites, pero no deja que otros hagan lo mismo. Esa ha sido su historia también en los negocios.

Todos en este país debemos entender que los aliados de la corrupción son la minoría, eso sí, poderosa y bulliciosa, pero nunca ganarán la maratón siempre y cuando los que deseamos una mejor Guatemala aprendamos a correr, a juntarnos para no hacerlo solos, entendernos para alcanzar mínimos y a unirnos para tener más fuerza.

El martes todo puede pasar, pero si gana Trump ya saben los amantes de la corrupción que, igual, no la tienen fácil.

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