El Ministerio Público informó que el Juzgado de Extinción de Dominio declaró con lugar la petición para que varios artículos incautados en el inmueble donde la Fiscalía Especial contra la Impunidad (FECI), ubicó Q122 millones vinculados al exministro de Comunicaciones, José Luis Benito, pasen a favor del Estado. Foto: La Hora/Archivo

Vaya semanita la que termina. El ataque contra la FECI sigue viento en popa; los tres magistrados “oficialistas” siguen torpedeando el trabajo de la Corte de Constitucionalidad; el Juez Moto consagra como megaobra el libramiento de Chimaltenango; la FECI incauta Q122 millones en una casa de la Antigua Guatemala y alguien publica maliciosamente que lo incautado por la FECI fueron Q500 millones, para que salga Bitkov diciendo que se robaron la diferencia y así poner en bandeja la cabeza de Juan Francisco Sandoval, ayudando a la protegida del medio, Consuelo Porras; un médico contratado por el IGSS manda al diablo a un paciente. Y para cerrar con pequeño broche de oro, un diputado para su carro en plena vía pública y se baja a orinar mientras todo el tráfico se tiene que detener para que el patán termine de mear la llanta de su Mercedes Benz.

Sopapo tras sopapo a la dignidad de un pueblo que a pesar de pagar con su pobreza el precio de la corrupción, no hace nada para detener el saqueo realizado a las claras, con el mayor descaro porque saben que el guatemalteco “ya se acostumbró” y no reaccionará para mostrar su malestar. A lo sumo uno que otro en las redes sociales moverá un dedo para teclear su desahogo para que un par de horas después la “tendencia” desaparezca y todo vuelva a nuestra triste normalidad.

Los políticos saben que pueden llegar hasta donde el pueblo los deje y ya midieron al de Guatemala que no reacciona ni siquiera ante esas insolentes maletas llenas de millones de quetzales. Y es que vieron que con las maletas de la Baldetti, las de Sinibaldi y Baldizón nadie hizo absolutamente nada. En esas condiciones, con tanta indiferencia y pasividad ciudadana, se les está dando carta blanca para que puedan hacer lo que les venga en gana, desde embolsarse la cantidad de pisto que quieran hasta mostrar su soberbia y prepotencia meando en la vía pública con el descaro que ofrece el saber que si para cosas más graves allí está la Corte Suprema de Justicia que protege a diputados como Alejos, ¿quién hará o dirá algo por que un diputado haga sus cochinadas en la calle?

La pasividad e indiferencia tienen un costo. Por ello es que los corruptos ven al pueblo como basura y cínicamente actúan porque saben que ni siquiera es aquello de que la vergüenza pasa pero el pisto queda. Aquí ni vergüenza pasan y se hartan con el pisto de la gente. ¿Hasta cuándo, Guatemala, seguiremos de brazos cruzados?

Redacción La Hora

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