Raul Molina Mejía

rmolina20@hotmail.com

Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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Raúl Molina

He enseñado Historia a nivel universitario desde 2001, primero en Nueva York, y luego en Santiago de Chile, aunque no soy historiador. A estas alturas, coincido con pensadores que afirman que hay que cuestionar la Historia. No porque no sea válida e indispensable para entender las Civilizaciones, incluidas las actuales, sino porque, como podría plantear Einstein, existe “relatividad” en el registro de los hechos y la interpretación de los procesos, particularmente porque la percepción es distinta según el observador. Hemos escuchado, por ejemplo, que la Historia la escriben los “vencedores” en las interminables guerras que han asolado a la Humanidad. Se han tenido que hacer esfuerzos extraordinarios para recuperar la visión de los “vencidos” o, por lo menos, reconocer su existencia (Troya sería un mito, de no ser por “La Ilíada”). Solamente en los últimos cincuenta años se ha empezado a desmantelar el relato histórico mundial que acuñó los términos “descubrimiento de América” y “conquista de América”; pero falta mucho por hacer para relatar la Historia real de la resistencia de los pueblos indígenas a la invasión europea. Son quinientos años de una Historia propia, que suele ser ignorada por las elites dominantes; por ejemplo, es hasta hace poco tiempo que se reconocen como antecedentes importantes para la Independencia regional las rebeliones de Túpac Amaru en Perú y Atanasio Tzul en Guatemala. Ha sido hasta hace poco tiempo, igualmente, que se ha reconocido el carácter limitado de las independencias de la región, por haber sido, con excepción de Haití y la etapa inicial de México, que fueron movimientos “desde abajo”, gestas lideradas y capitalizadas por los Criollos. Severo Martínez, con su ensayo “La Patria del Criollo”, ha contribuido a aclarar que la transición, si bien cruenta, fue del dominio de la corona española a la apropiación Criolla. Los pueblos participaron en la emancipación; pero no gozaron de sus frutos.

Hoy, se presenta con gran fuerza el cuestionamiento de la Historia por las mujeres. En Estados Unidos se ha aprovechado que “history”, historia, puede leerse como “his story”, el relato de él, para exigir que se escriba la historia de ellas, como “her story”. Parecería juego de palabras; pero es una crítica certera a la ausencia de protagonismo femenino en relatos a lo largo de los siglos. Celebro el artículo reciente de la BBCNews: “Independencias de América Latina: el rol clave y a veces olvidado de miles de mujeres en la gesta libertadora”, que destaca los varios papeles que las mujeres desempeñaron a todos los niveles. Se mencionan cuatro mujeres – Micaela Bastidas Puyucahua, en Perú; Juana Azurduy, en Bolivia y Argentina; Javiera Carrera, en Chile; y María Ignacia Rodríguez de Velasco, en México- que apenas empiezan a conocerse en la Historia de sus respectivos países; pero que se desconocen a nivel regional. La Historia de América Latina que he enseñado, pese al esfuerzo de autores de textos que reclaman la verdadera Historia de pueblos indígenas, afrodescendientes y mujeres, tiene enormes vacíos que corresponde a las generaciones actuales llenarlos de contenidos.

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