Foto: José Orozco/La Hora

Un buen trabajo del fotógrafo José Orozco permitió demostrar cómo es de anárquico nuestro tráfico como resultado del absoluto irrespeto de las regulaciones y disposiciones porque simple y sencillamente vivimos bajo la auténtica ley de la selva y gozando de la sensación permanente de impunidad que ha ido minando hasta las elementales reglas de la convivencia social. La municipalidad de Guatemala, ante el problema del sistema de transporte público y atendiendo llamados ciudadanos, dispuso habilitar vías exclusivas para bicicletas que fueron debidamente señalizadas y se emitió la normativa correspondiente.

Sin embargo, a muchos de los conductores de automóviles y motos la señalización literalmente les viene del norte y no sólo ocupan la ciclovía sino que llegan al extremo de maltratar a las personas que hacen uso de ella, problema que se hace más notorio en el llamado Centro Histórico donde se ve que los ciclistas son forzados a subirse a las banquetas.

El problema es que no se trata de un problema aislado que afecta solamente a los que viajan en bicicleta. Se trata de un comportamiento social muy extendido que se manifiesta de manera cotidiana en el tránsito donde el irrespeto hace que cada día aumente el número de los que no observan las normas porque se hace muy evidente que los que abusan llevan ventaja pues pueden hacer lo que les de la gana sin temor a multas o castigos.

Lo mismo se ve a individuos prepotentes imponiendo su propia ley de tránsito, parando donde les da la gana o usando carriles que no le corresponden que a madres conduciendo de manera anárquica enseñando a sus hijos, desde muy pequeños, que aquí el que cumple las leyes lleva la de perder y pasará más tiempo en el tránsito que quien abusa, expandiendo así nuestro problema porque el mal ejemplo es algo que se va propagando más rápido que una mecha de pólvora.

Enseñarle a los hijos el respeto a las leyes, al derecho ajeno, a las normas de convivencia parece ser un anacronismo en nuestro medio porque se ha extendido tanto la cultura del abuso y de la anarquía que se confirma diariamente con hechos que violentar la ley coloca en posición de ventaja a quienes recurren a malas prácticas.

Lo de las ciclovías es apenas uno de tantos ejemplos que se pueden citar y ver diariamente sobre el irrespeto a la ley. Tenemos que empezar a cambiar la cultura y entender que si la anarquía me ayuda en el momento, en el largo plazo destruye la vida en sociedad y eso no puede seguir así.

Redacción La Hora

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