Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Oscar Clemente Marroquín
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En el último número de la revista Time hay un reporte de la situación de la pandemia de coronavirus en Perú que me parece interesante y útil porque entra en detalles de situaciones que se viven en esa nación sudamericana que vale la pena tomar en cuenta por las similitudes que hay entre ese país y Guatemala, sobre todo en muchas de las condiciones sociales que terminan incidiendo en el comportamiento de la enfermedad. Es cierto que Lima tiene un aeropuerto con muchos más vuelos que el nuestro y que eso puede marcar una diferencia importante por la cantidad de casos importados, pero no olvidemos que la política migratoria de Estados Unidos, con sus masivas deportaciones, ha tenido también incidencia aquí.

Perú estableció el confinamiento de la población el 15 de marzo cuando tenían 71 casos confirmados pero ahora ese país de 32 millones de habitantes es uno de los que tienen el más alto índice de nuevas infecciones diarias (+4,500) durante la última semana y, según el artículo, “expertos dicen que las condiciones socioeconómicas debilitan la cuarentena”, lo que constituye un “mal presagio para el resto de América Latina” porque es muy difícil para los peruanos quedarse en casa. Alrededor del 70% trabajan en la economía informal sin prestaciones de ninguna naturaleza mientras que un 44% de los hogares no tienen refrigerador, razón por la que las familias tienen que salir con más frecuencia a conseguir comida. Por ello, agrega la nota de Prensa Asociada (AP), los mercados se mantienen llenos y son un foco de infección y un funcionario del Instituto de Gobernanza y Administración Pública dice que “estamos viendo que las medidas tomadas en la capital de la República chocan con la realidad del país”.

Todo ello, se agrega, ha despedazado el Sistema de Salud de por sí pequeño y precario como resultado de la falta de inversión, según explicó a la población el mismo ministro de Salud Pública, Víctor Zamora.

La realidad es que leer lo que pintan de Perú tiene mucho que ver con lo que ocurre en Guatemala, puesto que acá también tenemos una situación social parecida, con similares cifras de empleo informal y carente de prestaciones. En el tema de los hogares con refrigeración estamos un poco peor porque según el último censo, poco más de la mitad en nuestro país no tiene ese electrodoméstico y la gente también tiene que salir con más frecuencia para proveerse de comida. No digamos si analizamos y comparamos lo que dicen del Sistema de Salud allá y lo que tenemos aquí.

Comento todo esto no con criterio alarmista ni para infundir más temor del que ya hay, sino porque debemos entender, todos, la enorme importancia que en condiciones tan precarias tiene el sentido de responsabilidad individual para evitar los contagios. No podemos atenernos a las medidas de gobierno ni a las disposiciones oficiales porque vivimos una realidad muy similar a la peruana y por lo tanto es mucho más urgente y necesario hacer conciencia de que si crecen masivamente los contagios no alcanzarán las camas de hospital para atender a los que lo necesitan, no digamos los intensivos para los pacientes graves. Y la mejor previsión está en nuestras manos, redoblando las medidas de higiene (para los que tenemos agua), de distanciamiento y el uso de mascarilla.

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