Ayer aumentó el registro de personas fallecidas a causa del COVID-19, mientras el Ministerio de Salud argumentó un "fallo técnico" Foto La Hora/AP

Ayer se produjo un verdadero relajo cuando anunciaron el número de muertos por la pandemia porque al sumar los del día con los que se venían presentando la cifra era 178, mucho menor a la de 216 muertos que luego fue anunciada oficialmente con detalle específico de dónde murió cada una de esas personas (en ese detalle la cifra daba 214). Pero el ministro volvió a explicar el grueso aumento como una “falla técnica”, argumento que usó cuando se dieron cuenta que no estaban sumando los muertos del Roosevelt lo que, por cierto, no corrigieron. Minutos después la diputada Hernández Mack publicó en redes sociales informes que ha obtenido por la ley de acceso a la información, en los que les reportan 228 fallecidos por coronavirus.

En la mañana habíamos publicado el informe del Laboratorio de Datos GT que daba cuenta del desfase en la cantidad de pruebas reportadas entre las distintas fuentes oficiales y ahora resulta que ni siquiera en el número de muertos hay un dato confiable, lo que confirma lo que hemos dicho de que la información es un desastre y si no se dispone de datos tan esenciales como el número de pruebas y el número de muertos, con qué confianza podemos recibir los otros datos, entre ellos el número de contagiados que se detectan diariamente.

Es un hecho que el Estado es una patética calamidad en Guatemala porque lo han convertido en operador de trinquetes, en lo que sí son muy buenos administradores, pero es evidente que el gobierno no ha entendido que está lidiando con un aparato ineficiente y tampoco implementa acciones para, por lo menos, proporcionar información completa y veraz.

¿Cuál es la terquedad de centralizar información si no la pueden manejar? Esta semana el Gobernador de Quetzaltenango impidió el ingreso de periodistas a una reunión departamental para analizar el tema de la pandemia porque, según dijo, sólo el Presidente puede dar datos y cifras de la enfermedad y no está permitido el ingreso de periodistas a la fuente de información, violando lo que dispone la Constitución en una de las garantías “convenientemente” restringidas.

La información centralizada y falseada es lo peor que puede ocurrirle no solo a un gobierno que demuestra malicia o ineptitud, como usted lo quiera ver, sino a un pueblo para enfrentar una pandemia como la que estamos viviendo y en la que hace falta precisión en los datos para no crear alarma, cierto, pero también para no engañar a la gente con mentiras que la pongan en peligro porque tienden al relajamiento social.

Redacción La Hora

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