De acuerdo con el Laboratorio de Datos GT, hasta el 12 de julio, se tenían 278 municipios con menos de 200 pruebas realizadas en total. Foto: La Hora/Christian Gutiérrez

Coincidimos con las declaraciones del doctor Edwin Asturias en el sentido de que el comportamiento responsable de todos es la mejor defensa que hay contra el nuevo coronavirus y que todos debemos actuar de forma tal que no sólo evitemos que nos contagien sino pensando en no contagiar a nadie. Obviamente no hay mejor forma de enfrentar la pandemia que evitando los contagios y en eso la actitud de cada individuo tiene mucho que ver, incluyendo aquellos que puedan ser portadores del virus sin mostrar ningún tipo de síntomas, casos de los que hay muchos más de los que podemos imaginar.

Sin embargo Guatemala como el resto de América Latina, pero en nuestro caso con mayor incidencia, la pobreza se convierte en una variable importante desde el punto de vista epidemiológico porque lamentablemente la necesidad obliga a mucha gente a exponerse y renunciar a las acciones preventivas que recomienda la misma lógica. En Guatemala la mayoría de la gente vive y depende de una economía informal que, por lo mismo, no ofrece ningún tipo de beneficios más que el producto del esfuerzo diario y que se diluye en medio del distanciamiento social que es clave dentro de un comportamiento responsable. Cierto es que hay personas que actúan irresponsablemente porque no guardan distancia en sus actividades diarias simplemente por esa cultura tan generalizada en nuestro país de irrespeto a las normas y al derecho ajeno, pero en muchísimos casos (los mercados son el mejor ejemplo) la gente tiene que exponerse al roce y trato directo que implica la posibilidad de mayores contagios y lo hace, literalmente, por razones de subsistencia.

Creemos que esa variable tiene que ser tomada en cuenta porque no es lo mismo dictar disposiciones en países donde los estándares de vida son más uniformes que en un país donde existen graves desigualdades y la mayor parte de la gente vive en condiciones de pobreza y muchos de pobreza extrema. Es una realidad que hasta el más elemental de los consejos, el de lavarse las manos frecuentemente con agua y jabón, no puede implementarse en una gran cantidad de hogares que carecen de agua servida y tienen que acarrearla. Y, obviamente, ese enorme contingente no puede tampoco proveerse de ningún tipo de gel.

Es indispensable que actuemos con responsabilidad y que aquellos que se han acostumbrado a pasarse la ley y las normas por el arco del triunfo aprendan ahora a comportarse de manera distinta, pero no olvidemos que tenemos una “normalidad” dramática que agobia en el día a día a miles de personas.

Redacción La Hora

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