Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Emilio Matta Saravia
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El domingo pasado en Cadena Nacional el Presidente de la República, Alejandro Giammattei, nos informó que si la cantidad de nuevos casos de Covid-19 aumentaba, iba a tener que cerrar completamente el país por quince días, y que todo dependía de nuestro “comportamiento”. Por supuesto que ayer, también en Cadena Nacional, dijo que no era cierto que cerraría el país por 15 días. La forma en que el presidente Giammattei transmite sus mensajes a la población debe mejorar.

En todo caso creo que, si llegara el momento de tomar la determinación de cerrar el pais por quince días, deben ser tomados en cuenta varios aspectos, debido a que no es una decisión que se pueda tomar únicamente desde el punto de vista médico y epidemiológico, ya que la misma tendrá importantes efectos sociales, psicológicos y económicos en la población, y por ello también deben ser evaluados y considerados.

Es evidente que el sistema de salud de Guatemala se encuentra desbordado, cuando apenas superamos los 4 mil casos de COVID-19, por más que las autoridades de dicha cartera intenten minimizar esta realidad. Preocupan aún más sus carencias de gestión, las cuales han quedado expuestas por esta pandemia. En lo personal esperaba que el nombramiento del doctor Edwin Asturias al frente de la Coprecovid (comisión presidencial de atención a la emergencia COVID-19) ayudara a mejorar dichas carencias. Sin embargo, después de leer el Acuerdo Gubernativo 65-2020 que dio vida a la Coprecovid, quedé totalmente decepcionado de su contenido, ya que los integrantes de la mentada comisión son en su mayoría ministros (Salud, Desarrollo, Finanzas y Agricultura) y para colmo la preside el actual ministro de salud o el viceministro que él designe, por lo que las decisiones que allí se tomen seguramente serán políticas, no técnicas. Así que lamentablemente se antoja difícil que empoderen al doctor Asturias para que, con un grupo de trabajo eminentemente técnico, pueda apuntalar efectivamente al Ministerio de Salud en los temas críticos de mitigación de la pandemia y reapertura de la economía bajo estrictos protocolos de seguridad para la población.

Desde el punto de vista económico está claro que el país y sus principales socios comerciales (Estados Unidos, El Salvador, Honduras y México) entrarán en un ciclo recesivo. Adicional, el envío de remesas provenientes de los Estados Unidos disminuirá con respecto al año anterior, por lo que la principal fuente de crecimiento de la economía guatemalteca también se verá seriamente afectada. Estrechamente ligado a la economía está el tema social, ya que la precariedad en la que vive la mayoría de la población guatemalteca unido a la incapacidad del gobierno de encausar de forma ágil y certera los programas de apoyo económico a los estratos más vulnerables de la población volcarán a las personas que carecen de recursos para sobrevivir más de un día (no digamos una quincena) a las calles para pedir ayuda o tratar de generar algún ingreso por medio de la economía informal. Esto puede traer efectos contraproducentes a lo que se pretende lograr con un cierre total. En el plano psicológico, este encierro a medias que hemos vivido puede llevar a muchas familias a vivir crisis nerviosas que pueden desembocar en violencia intrafamiliar.

Para tomar esta difícil decisión, los aspectos anteriores, y muchos otros que no he contemplado por desconocimiento, deben ser analizados desde una perspectiva técnica, no política.

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