Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

Quien a estas alturas del partido no se haya dado cuenta que estamos frente a las puertas de nuestras horas más oscuras como país, que viviremos los eventos más demandantes de nuestras vidas y quizá de las vidas de los más pequeños de este país, está jugando con un fuego que nos terminará incinerando a todos.

Ni los más brillantes de nuestros legisladores previeron este momento porque simple y sencillamente, era algo imposible de prever. Tenemos la fuerza mayor en la vida y en la legislación, pero nunca nadie pensó qué tan grande iban a ser las circunstancias por las que estamos atravesando.

Pero a pesar de lo que nos viene y ni con todo y todo lo que estamos pasando, hay quienes no quitan maña y en primera fila tenemos a los Padres de la Patria que, aprovechando que ya no sienten la presión ciudadana (y menos ahora), desde el Congreso de la República vienen haciendo de las suyas en plena emergencia.

No se han dado cuenta que sus acciones terminarán de exacerbar a la gente cuando esto se complique más en las semanas venideras, picos que según las autoridades y más conocedores será en la segunda quincena de abril y primera semana de mayo. Están apostando que la gente, encerrada por la pandemia, no los podrá encerrar a pesar que se desean recetar millones (Q20) para el Congreso, (Q5) para sus perros falderos consagrados en un grupo de los ex constituyentes y (Q1.5) para la cueva de ladrones que es el Parlacen y han tasado caro sus votos para aprobar los planes del Ejecutivo, que esperan recuperar con obras.

A eso le debemos sumar la incapacidad que sigue existiendo en algunos (no todos) para alcanzar acuerdos, en gran parte, por la voracidad de los grupos que siguen viendo el derecho de su nariz sin entender que esto no es político, esto es algo que debemos encarar como país porque será una ola que nos pasará llevando a todos (en especial a los que hemos olvidado por siempre) y que todos estaremos en riesgo el día de mañana (tanto por una necesidad de hospitalización como por el agravamiento del tema social).

Los que tenemos oportunidades, preocupados por el presente y el futuro pero sin pasar hambre, estamos más llamados, obligados, a entender que requerirá de todos atender lo que viene, en especial dar respuestas a la Guatemala profunda a la que, aún sin COVID-19, ha vivido, vive y vivirá un calvario vitalicio.

El país demanda de todos porque implementar la atención a los no formales y a los sectores más vulnerables no será fácil porque esa es la consecuencia del manoseo que se ha hecho de las instituciones y de enfrentar estas crisis con un sistema que ha sido capturado por todo tipo de mafias.

El reto del seguro para proteger el empleo será otro enorme escollo porque hubiera sido 100 veces más fácil que el Estado pusiera el dinero y el IGSS la infraestructura para lograr con mayor efectividad una suspensión de contratos y con eso, salvar empleos, que mucha gente permanezca en sus casas, aplanar la curva y aliviar la economía en la formalidad.

Ya nos hemos comido días y nos estamos empezando a quedar tarde porque pasa el tiempo y nos sigue costando mucho entender que, si no operamos juntos, esto será imposible de aguantar. Las remesas vienen para abajo y estas han sido el tapón que ha evitado el estallido social.

Aún estamos a tiempo de recapacitar, de enderezar el barco, de dejar las posturas radicales, de ya no seguir pensando solo en el derecho de la nariz y de construir algo que nos permita salir de esto juntos, sin dejar a los de siempre atrás y de una manera en la que todos, a pesar de los inevitables golpes, salgamos mejor de lo que entramos.

Qué Dios nos proteja porque lo que viene será muy duro.

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