Cuando se discute la reforma legal aprobada por el Congreso en temas penales y se habla de que los diputados deben legislar para resolver de manera transitoria la situación de la elección de los magistrados, entrampada por el incumplimiento del Consejo de la Carrera Judicial en su deber de evaluar a los aspirantes que formen parte del Sistema de Justicia, se pasa por alto el tema esencial relacionado con esta legislatura y es que su única agenda legislativa ha sido la de promover impunidad y protección para los delincuentes, especialmente a los responsables de hechos de corrupción, y de buscar que los diputados actuales puedan librarse de investigaciones y castigo en el futuro.

Ni siquiera el tema de la desnutrición, que es y ha sido uno de los peores flagelos en nuestro país porque afecta a más de la mitad de nuestros niños marcando sus efectos para toda la vida, ha sido capaz de generar entre los miembros del Congreso un sano debate en busca de acciones públicas que concentren el esfuerzo del Estado en la atención de esa desmedida carencia. Y, en general, en todos los actos del Congreso se descuidan los verdaderos intereses nacionales y muchas veces se observa que ni siquiera hay quórum para la discusión de temas de gran relevancia para el país.

Pero cuando se trata de leyes de impunidad hasta sobran los asistentes y se obtienen los votos mágicamente porque, al fin de cuentas, se están tapando con la misma chamarra y eso ocurrió esta semana y ocurrirá si se sigue la petición que hizo el Foro Guatemala que, en exceso de candidez y confianza, piensa que los diputados tienen la capacidad y honestidad como para emitir una ley de efecto transitorio para elegir magistrados fuera del marco del esfuerzo por asegurarse impunidad.

Da pena decirlo pero de cualquier resolución en este Congreso que pueda alcanzar mayoría hay que desconfiar porque resulta que los diputados confiables son apenas unos cuantos y será siempre imposible lograr que se produzca una decisión pensando en los intereses nacionales, única y exclusivamente, capaz der lograr siquiera los ochenta votos de la mayoría simple.

Esos ochenta votos están listos y prestos para cualquier cosa que apunte a consolidar la impunidad y el latrocinio en el país. Son votos debidamente apalabrados no sólo con el doblete bajo la mesa, sino también por el célebre pacto que está haciendo micos y pericos para dejarlo todo amarrado para el año próximo, al menos en lo que los meros “cabe$$ones” logren rearticularlo para continuar con la fiesta.

Redacción La Hora

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