Luis Enrique Pérez

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Nació el 3 de junio de 1946. Ha sido profesor universitario de filosofía, y columnista de varios periódicos de Guatemala, en los cuales ha publicado por lo menos 3,500 artículos sobre economía, política, derecho, historia, ciencia y filosofía. En 1995 impartió la lección inaugural de la Universidad Francisco Marroquín.

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Luis Enrique Pérez

En el año 1453 los turcos otomanos derribaron el imperio romano de Oriente, o imperio bizantino, situado en Asia Menor, e impusieron cuantiosos tributos sobre la mercadería que pasaba por ese territorio. Precisamente la ruta del comercio entre Europa y Asia tenía una parte terrestre que era Asia Menor; y aquellos tributos incrementaron el costo de ese comercio. El navegante Cristóbal Colón se propuso buscar una nueva ruta, que fuera más corta o menos costosa. Colón nació en el año 1451 y murió en el año 1506.

Aparentemente, una nueva ruta entre Europa y Asia tenía que ser buscada hacia el Oriente. Colón, empero, creyó que la Tierra era redonda, y entonces era posible llegar a regiones del Oriente navegando hacia el Occidente. Si la Tierra fuera plana (y finita), ello no era posible; pues quien navegara, por ejemplo, hacia el Occidente, jamás podría llegar a alguna región oriental, sino solo hacia nuevas regiones occidentales, hasta llegar a alguna orilla.

Creer que la Tierra era redonda fue un gran acierto de Colón. No fue el primero en tener esa creencia (que era profesada por filósofos y astrónomos antiguos); pero fue el primero que la aplicó para buscar, en dirección hacia Occidente, una nueva ruta hacia Oriente, y más específicamente, hacia China, India y Japón. Presuntamente esa nueva ruta sería más corta o menos costosa; y para encontrarla había que navegar en un mar misterioso, llamado “mar verde de las tinieblas”. Se presumía que en los confines de ese mar había agua hirviente, o fantásticos monstruos marinos, o abismos espantosos.

Colón emprendió la aventura de buscar aquella nueva ruta en dirección hacia Occidente; pero la emprendió no solo porque acertadamente creyó que la Tierra era redonda sino porque cometió tres errores. Primer error: influido por el prestigioso astrónomo antiguo Ptolomeo, eligió la medida menos acertada de la circunferencia de la Tierra, calculada por Posidonio de Apamea, y no la medida más acertada, calculada por Eratóstenes de Cirene. Eratóstenes calculó, con asombrosa aproximación, que la circunferencia de la Tierra medía 40,000 kilómetros. Posteriormente Posidonio calculó, con asombrosa inexactitud, que medía 29,000 kilómetros. Esta medida sugería, por supuesto, que para llegar a Oriente en dirección occidental había que recorrer una distancia menor.

Segundo error: Colón creyó, influido por el científico y teólogo Pedro d’Ally, que en el mundo la superficie de tierra era mayor que la superficie de agua, y que el mar, en dirección hacia Occidente, era más pequeño de lo que se suponía. Tercer error: creyó, influido por el cartógrafo Paolo dal Pozzo Toscanelli, que la distancia entre Europa y Asia, en dirección hacia Occidente, era menor que en dirección hacia Oriente. Y en ambas creencias subyacía una errónea suposición: desde Europa, en dirección occidental hacia Asia, no se interponía alguna novedosa masa continental.

El 12 de octubre del año 1492 Cristóbal Colón arribó a tierra de un nuevo continente que fue denominado “América”; pero él creyó que esa tierra era parte de Asia. Consumada su intrépida aventura náutica, tal creencia fue un póstumo error que su apresurada muerte le impidió corregir. El arribo de Colón fue precedido por irlandeses, escandinavos y chinos, y por supuesto, por asiáticos que, desde Siberia, miles de años antes, habían emigrado a América del Norte por medio de la franja terrestre llamada “Beringia”. Estos asiáticos fueron los primeros pobladores del continente.

Post scriptum. La ruta marítima que Cristóbal Colón buscaba fue encontrada, entre los años 1497 y 1498, por el portugués Vasco de Gama, quien, para llegar a India, navegó en torno al Cabo de Buena Esperanza, en el sur de África. El cabo había sido atisbado, en el año 1488, por el navegante Bartolomé Díaz, portugués también.

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