Para expulsar a la CICIG se armó un intenso coro que se rasgaba las vestiduras por la afrenta a nuestra soberanía por la presencia de extranjeros ayudando a combatir la impunidad, con personas y organizaciones desgañitándose. El tema de la CICIG es ínfimo si se compara con lo que está por hacer ahora Jimmy Morales para entregar no sólo una porción de nuestra soberanía sino convertir a Guatemala en una especie de Guantánamo a donde se van refundidos aquellos que la administración Trump considera como despreciables y tratarán de endulzar la boca con alguna palabrería relacionada con nuestros propios migrantes, aun sabiendo que para el Presidente de los Estados Unidos todos los latinoamericanos de piel cobriza son narcos, violadores, criminales o pandilleros a los que se debe refundir en jaulas como las que han instalado en la Frontera Sur de su país.

¿Dónde están los netcenteros que no paraban ni de día ni de noche para insistir en que era indispensable defender la soberanía de Guatemala a como diera lugar y que para ello había que expulsar a la CICIG? Ahora se demuestra claramente la patraña del argumento que simplemente fue algo útil para la estrategia de promover impunidad y eliminar a la pieza que estaba arrinconando a los delincuentes de cuello blanco y de alcurnia que, por primera vez en su historia, se veían sentados en banquillos de acusados.

El tema de CICIG fue ampliamente discutido y sometido a conocimiento de la misma Corte de Constitucionalidad para establecer si su creación violentaba nuestro derecho interno. En cambio, lo de Tercer País Seguro se ha manejado con sigilo y a escondidas, como todo lo que hace el gobierno de Morales, y las consecuencias serán terribles no sólo para un sector de la población sino para la nación entera.

El lunes nuestro Presidente hará el papel de lacayo mayor frente al gobernante norteamericano, cediendo a la presión para entregarle en bandeja todo un país para que le sirva en sus afanes de reelección y lo hará sin rubor, confiando en que eso le permita gozar de apoyo suficiente para gozar de la impunidad que necesita para evitar el castigo por sus numerosos abusos en el ejercicio del poder.

Será, sin duda, el día más triste y vergonzoso en la historia de nuestras relaciones internacionales, y eso que tenemos antecedentes terribles, y mientras Morales le besa la mano a Trump, Guatemala se hunde al convertirse en el carcelero de los Estados Unidos, baldón que será imborrable y quedará como el distintivo y legado de Morales.

Redacción La Hora

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