Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Oscar Clemente Marroquín
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Ayer domingo pude seguir la graduación de la mayor de mis nietas, María Andrea Marroquín Hormaeche, quien terminó sus estudios en la Universidad de Carolina del Norte, UNC, una de las más antiguas y prestigiosas de Estados Unidos, habiendo obtenido su diploma en Psicología, lo cual nos llena de orgullo pues tras arduos años de arduo estudio y de dedicación a su pasión por el deporte del remo, concluye una etapa importante de su vida e inicia otra en la que, sin duda, serán de mucho valor los mensajes que ayer enviaron a los casi cuatro mil graduandos tanto el Rector de UNC en Chapel Hill como el orador principal encargado de pronunciar el discurso dedicado a los que inician ahora una nueva fase llena de ilusiones y aspiraciones.

El rector Kevin Guskiewicz reseñó cómo algunos académicos vinculados a UNC han hablado de que en Chapel Hill existe y ha existido una conspiración de los buenos y como ésta se manifestó durante los años de lucha por los derechos civiles, siendo esa Universidad una de las primeras del Sur de Estados Unidos en romper con la segregación racial a finales de los años cincuenta, cuando todavía no existían las leyes que aseguraron la plena integración. Dijo que el término conspiración se asocia generalmente con los esfuerzos por destruir a algo o alguien, y en español la Real Academia admite que ha caído en desuso la acepción que indica que conspirar es el simple hecho de convocar a alguien a una causa.

En el acto de graduación fue notable la diversidad del alumnado y la presencia abrumadora de mujeres, lo que contrastó con la comparecencia, para celebrar cincuenta años, de algunos de quienes se graduaron en 1969 y que eran mayoritariamente hombres y entre los que pudieron llegar apenas había uno de raza negra. Esta vez los afroamericanos fueron no sólo numerosos, sino mostraban su orgullo con estolas especiales que adornaban sus túnicas y lo mismo puede decirse de hispanos, asiáticos y musulmanes que componían ese variopinto grupo de diplomados.

El orador principal del evento fue la máxima autoridad de la ONG “Habitat for Humanity”, Jonathan Reckford, quien antes de hacerse cargo de esa posición humanitaria había sido un exitoso empresario en el mundo económico y pronunció un discurso que realmente era no sólo un reto para tanto joven que emprende ahora una etapa distinta, sea de trabajo o de continuación de sus estudios superiores, sino una reflexión sobre los valores mismos de la vida. Su forma de describir la riqueza fue magistral, partiendo de la perspectiva de quien a lo largo y ancho del mundo convive con la pobreza y trabaja para dotar de vivienda digna a los menos afortunados que son casi la mitad de los habitantes del mundo.

Pero al escuchar desde Guatemala el mensaje sobre la conspiración de los buenos piensa uno en la importancia que tiene el sacudirse de esa sangre de horchata que nos caracteriza tanto para dejar de ser observadores pasivos y si acaso vigilantes de nuestra realidad, para convertirnos cada uno en actores del esfuerzo por una transformación real. Conspirar para hacer el bien y unir a la gente buena suena a un reto valioso e interesante.

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