Ayer el Juez Miguel Ángel Gálvez envió nuevamente a juicio a Roberto Barreda por la muerte y desaparición de quien fuera su esposa, Cristina Siekavizza, proceso que como ocurre muchas veces en Guatemala ha tomado una eternidad por el retardo malicioso de alguna de las partes procesales que trata de obstruir el avance de la justicia por todos los medios posibles. Barreda ya había sido enviado a juicio con anterioridad, pero acciones legales que llegaron hasta la Corte de Constitucionalidad implicaron volver a realizar las diligencias previas de valoración de la prueba.

Al margen de las consideraciones legales, ayer se produjo un incidente violento luego de la audiencia en el tribunal cuando familiares de la víctima fueron golpeados por parientes de Barreda. Sobre este caso ambas partes presentaron denuncias en el Ministerio Público y, sin duda, empezará una nueva etapa de vigilancia al tenor de la actividad que ahora desarrolla esa dependencia.

En el Caso Siekavizza es clave la desaparición del cuerpo de la víctima porque estiman que sin cadáver será más difícil probar un asesinato. Pero ayer el juez Gálvez en sus razonamientos hizo ver las incongruencias que hay en la actitud del acusado y señaló situaciones que ponen en duda su versión de los hechos, sobre todo cuando habla de la forma en que se trataron de borrar huellas de violencia, tanto al ordenar una limpieza profunda de la residencia casi inmediatamente después de la desaparición de la víctima, como cuando se gestionó la colaboración de amigos con relación al vehículo del sindicado. Borrar evidencias era vital en esos trágicos momentos.

No olvidemos que hay una promesa volando en el aire de que el secreto alrededor del crimen será llevado hasta la tumba y es evidente que hubo colaboraciones, estas sí que bien eficaces, para destruir las pruebas que pudieran servir para establecer el paradero del cadáver. Se han utilizado, además, todos los agarres y conectes habidos y por haber para entorpecer el proceso y por ello la resolución dictada ayer por el juez Gálvez provocó tanto malestar, al punto de provocar reacciones de violencia.

El caso es que ahora deberán ventilarse en juicio oral y público las pruebas de uno y otro lado y existe la posibilidad de que este paradigmático caso de violencia contra la mujer pueda esclarecerse como debió hacerse hace mucho tiempo. Ojalá que cesen las maniobras dilatorias y que se pueda concretar la labor de la justicia, especialmente pensando en los hijos de la víctima que son, a su vez, víctimas inocentes en este caso.

Redacción La Hora

post author
Artículo anteriorMaduro pide lealtad a las fuerzas armadas tras alzamiento
Artículo siguientePanel británico impone grandes objetivos para clima