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Formalmente empieza hoy el período del descanso correspondiente a la Semana Santa, conmemoración religiosa por la Pasión y Muerte de Jesucristo y que en Guatemala adquiere proporciones inmensas por la tradición, pero también aprovechada por cientos de miles para viajar a playas y lugares de recreo o para volver a su lugar de origen, generando el mayor desplazamiento interno todos los años, lo cual obliga a recomendar reforzadas precauciones.

Pero en este año la Semana Santa nos llega a dos meses de que los ciudadanos tengamos nuestra cita con la historia, entendiendo que se vivirá una elección crucial para el destino del país porque lo que está en juego no es simplemente la asignación de cargos, desde la Presidencia hasta las corporaciones municipales, sino la decisión final respecto al tipo de país que queremos. La disyuntiva se plantea entre quienes quieren preservar los privilegios adquiridos en medio de la corrupción y la impunidad y quienes batallan por reformar un sistema terriblemente podrido que alienta esos vicios causantes de los enormes rezagos sociales que se viven en el país.

Por ello pensamos que ahora como nunca la Semana Santa debe servir para reflexión y para cargar pilas. Reflexión sobre lo que cada uno de nosotros deseamos para el futuro, decidiendo si es posible darle viabilidad a un Estado que se dejó pervertir de tal manera o si, por el contrario, hacen falta cambios profundos derivados precisamente de lo que hoy hace cuatro años nos fue expuesto cuando la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala destapó el Caso La Línea, primero de una larga lista en la que se fue evidenciando tras un intenso trabajo de investigación que desnudó la realidad.

Es evidente que se ha realizado un esfuerzo enorme para preservar el modelo de corrupción y que se han alineado todas las fuerzas que han sabido sacar provecho a la inmunidad para incrementar los niveles de corrupción. Sorprendidos porque ocurrió lo impensable, arremetieron contra la CICIG y contra todos los que de alguna manera respaldaron el esfuerzo depurador y hoy en día se muestran unidos y firmes en el respaldo de todo lo que se pueda traducir en la continuidad del viciado sistema. La ciudadanía que respalda al día de hoy el esfuerzo de la Comisión y que se mantiene en un setenta por ciento que no se reduce ni por los ataques e infamias, no encuentra el rumbo para darle forma a su repudio a la corrupción y ve cómo avanzan los corruptos.

Es, pues, momento de reflexión y definición para el futuro del país.

Redacción La Hora

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