Cartas del Lector

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Alfonso Mata

Un columnista escribió la semana pasada “no todos los candidatos son iguales”. ¡Correcto! pero no son las personalidades las que flaquean nuestra política y sistema de gobernarnos, es la forma en que ésta se ha estructurado y funciona. Por lo tanto en lo que son iguales es hacia donde dirigen sus baterías todos: buscan lo mismo. Por consiguiente la igualdad está en que no hay propuesta nueva ni en el que hacer, ni en el cómo, ni en el para, e incluso las promesas de campaña son las mismas con mínimas variantes. Tenemos que entender que las soluciones a nuestros dolores de cabeza políticos y de gobernanza en donde tienen la solución es en el Congreso y no en la Presidencia. Es en el Congreso en que se le puede dar a la estructura y funcionamiento la sacudida, en búsqueda de una gobernanza a base de derechos y justicia.

Si pero ahí también hay ambición, codicia y egoísmo y no doy una moneda por algo dentro de él -me dirá-. Llegar a tal género de conclusiones es fácil pues como ciudadanos jamás le hemos prestado la atención que merece al voto del diputado, a pesar del poder que tiene tal institución. Al contrario, le hemos retirado la cercanía que debe tener con nosotros.

– Pero si es tanto o más corrupto…

¡Por supuesto! ya que hemos dejado que cualquiera sea diputado y que lleguen aquellos que tienen la misma mala ambición y entonces, nuestra historia política, ha sido un flujo constante hacia la centralización y el poder político sin control del Ejecutivo, que aplasta y chantajea a los otros poderes, evitando que el Congreso sea el que actúe como salvaguardia constitucional y desarrolle su función central de controlar el ejecutivo en beneficio de la población.

Fíjese a qué llegamos. Nunca han existido tampoco debates con los candidatos diputados ni con los partidos sobre sus planes en el Congreso, para afianzar la democracia, disminuir las inequidades y reforzar las instituciones del Estado, ni para detener los excesos del Gobierno. No se dan tales eventos.

Entonces, va siendo hora que entendamos que hemos convertido la política en mercado. Que la mayoría de diputados –por no decir casi todos- es gente que asume primero para recuperar inversión y segundo cumplir consignas de financistas y enriquecer a los dueños de los partidos. Entre todos terminan beneficiándose de componendas y contubernios, convirtiendo la corrupción, en la moneda más conveniente que se mueve en el Congreso.

Por consiguiente, no me cabe duda que la campaña electoral es una burla al pueblo, segundo el voto es un engaño inmoral comprometiendo al pueblo con la corrupción. Los medios de comunicación deberían de sacar una biografía de haberes políticos y sociales de cada candidato y verían cuánta razón se tiene en lo que digo.

Terminó con un pensamiento de Marta Lagos que viene al caso “Si los destinos de un país dependen de una sola persona es porque el proceso se ha viciado y sus instituciones y líderes no están cumpliendo con el rol que les corresponde”. La autonomía de los poderes del Estado está miniada y eso nos hunde más.

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